La noche del 31 de diciembre el reloj implacable como guía experto nos introducirá en las cavidades donde la vida hace balances y para sobreponernos al naufragio existencial levantaremos banderas de optimismo para clausurar expedientes que una vez abrimos con infantil esperanza. Esa noche chocaremos copas para festejar que aun vivimos y podemos recuperar inocencia del depósito donde almacenamos promesas truncas. Esa noche seremos Zeus o Júpiter, triunfadores sobre ese gran devorador que es Cronos o Saturno.
Con la sabiduría ancestral nuestros primeros filósofos representaron con precisión el efecto que produce el tiempo sobre nuestras vidas: “Nos devora”. El tiempo es un padre temible, dictador implacable que consume nuestras entrañas cuando más apegados estamos a las circunstancias materiales de nuestro entorno.
Luego del Caos surgió de las tinieblas Urano, quien convirtió a su madre Gea en la madre de sus hijos, de esta conjunción entre un cielo opaco y una tierra cruzada por los estremecimientos del magma nació el tiempo. Cronos castra y asesina a su padre Urano, quien le pronostica un similar destino. Asido del poder Cronos toma como esposa a su hermana Rea y para evitar se cumpla la profecía de su padre devora a cada uno de los hijos que le van naciendo.
Por eso cada 31 de diciembre a medianoche sentimos el peso del titán Cronos quien con mordidas certeras nos amputa ilusiones y hurgando en nuestra conciencia nos empuja hacia las profundidades de la incertidumbre, pero cuando el naufragio parece inevitable surge Zeus tonante con sus rayos para iluminar nuevos espacios vitales. Zeus fue el hijo más hermoso engendrado por Cronos en Rea, esta última lo escondió de su padre y en su lugar le dio una piedra envuelta en pañales la cual trago sin pensarlo dos veces. Zeus en alianza con los Cíclopes y los gigantes de cien manos enfrenta a su padre Cronos, le hace vomitar a sus hermanos anteriormente devorados y luego cumpliendo la profecía de Urano lo mata, instalando un nuevo gobierno de dioses amigos de los humanos con sede permanente en el Olimpo.
Cronos (Saturno) está por culminar su dominio en Venezuela porque durante varios años se convirtió en devorador de ilusiones y esperanzas pero el Pueblo (Zeus), nacido de la madre Democracia, le acaba de poner límite a sus ansias de perpetuidad tiránica. Pero la confrontación apenas comienza porque necesitamos sacar del alma colectiva lo toxico de las divisiones a nivel social.
Estamos divididos porque las estrategias políticas de vuelo gallináceo (AUP) han percolado de manera grave hasta las entrañas de nuestro tejido social y con pesar vemos como se han enconado hasta en elecciones vecinales, distorsionando el clima de amplitud y tolerancia que debe existir entre personas sencillas y habitualmente dadas a solucionar de forma mancomunada sus diferencias.
Para derrotar de manera definitiva a Cronos estamos obligados a luchar por nuestra sanación espiritual es imprescindible que nos armemos de amor, solidaridad y valentía moral para que rescatemos las esperanzas devoradas por Cronos y las limpiemos de toda suciedad y las coloquemos como banderas de futuro sobre el asta de nuestra nacionalidad.
