La Red de Instituciones larenses… ¡en acción! – La Natividad

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“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados…
Por sus frutos los reconoceréis ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los matojos?”
Jesús de Nazaret. “Dios e hijo de Dios”.
La palabra latina «adventus» significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las 4 semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y
arrepentimiento para la llegada del Señor. El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para esa llegada.

En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el universo. Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo. Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como persona.
La natividad de nuestro señor Jesucristo es por antonomasia la conmemoración litúrgica del nacimiento de Jesús en Belén de Judá. Es celebrada por la Iglesia católica con carácter de solemnidad en la noche del 24 al 25 de diciembre. En la liturgia, la celebración de la Natividad inaugura el llamado tiempo de Navidad. En Occidente empezó a conmemorarse a mediados del siglo IV; se celebró por primera vez en Constantinopla en el año 379.

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A diferencia de cualquier otro bebé, el que nació aquella noche en Belén fue único en la historia. No fue creado por un padre y una madre humanos. Él tenía una preexistencia celestial (Juan 1:1-3, 14)… era Dios, el Creador del universo. Es por esto que la Navidad se conoce como encarnación, lo cual significa “en la carne”. Con el nacimiento de Jesús, el Creador eterno, todopoderoso y omnisciente, vino a la tierra “en la carne”. (Fuente: http://www.christiananswers.net/spanish/christmas/home.html).

Mañana conmemoramos un nuevo ciclo en la era cristiana, los católicos recibimos con alegría al niño Dios, pero debemos entender que es fecha de reflexiones profundas que nos deben indicar dónde está la realidad; estamos en esos momentos en los cuales debemos mirarnos al espejo y entender el mensaje escrito en los espejos de los baños de una importante empresa larense: “Usted es el protagonista del cambio.”

Parece no ser casualidad que en tiempo de adviento los ciudadanos venezolanos elegimos el rumbo de la república, el cual será direccionado por aquellos que aceptaron la inmensa responsabilidad de no defraudarnos una vez más.
La grave crisis que atraviesa la nación hace que todo ciudadano colabore para que la recuperación del país sea lo menos traumática posible, con el coraje necesario y en paz.

Los habitantes de esta Tierra de Gracia llamada Venezuela deben enterarse y comprender que se avecinan tiempos borrascosos.
Los sacerdotes para otorgar el perdón exigen arrepentimiento y ¡penitencia! No es aceptable la impunidad; hay quien pide la “refundición” del país a sabiendas que tienen responsabilidad en los destrozos ocasionados y los comparan con la destrucción de un objeto hecho con cristal de Murano, cuyos pedazos son imposibles de reconstruir. Por ello, sugieren que esos pedazos deben refundirse. ¿Cinismo?

Podremos soportar, tenemos conocimientos, voluntad, coraje, y la decisión necesaria.
Dios llega para apuntalar nuestro porvenir; tenemos más futuro que pasado.
Reciban un fuerte y fraternal abrazo… ¡Feliz Navidad!

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