El gobierno de Somalia prohibió el martes las celebraciones de Navidad y Año Nuevo en el país de mayoría musulmana, explicando que podrían suscitar ataques de los islamistas shebab.
«Todos los eventos relacionados con las celebraciones de las fiestas de Navidad y de Año Nuevo son contrarias a la cultura islámica y podrían perjudicar a la fe de la comunidad musulmana», explicó a la prensa Sheikh Mohamed Khayrow, director general del ministerio de Asuntos Religiosos.
«No debe realizarse ninguna actividad», declaró, precisando que las fuerzas de seguridad habían recibido la orden de poner fin a toda celebración de este tipo.
Sheikh Bur Barud Gurhan, del Consejo Religioso Supremo de Somalia, explicó que las festividades no musulmanas podrían provocar la ira de los islamistas shebab afiliados a Al Qaida.
«Hacemos una advertencia contra las celebraciones de estas fiestas que no tienen relación con los principios de nuestra religión», añadió Gurhan, señalando que esto podría incitar a los shebab «a perpetrar ataques».
El año pasado, islamistas shebab lanzaron un ataque en Navidad contra el aeropuerto de Mogadiscio que causó al menos 12 muertos.
Somalia es al menos el segundo país de mayoría musulmana que prohíbe la Navidad este año, después del Sultanato de Brunei que anunció una prohibición similar. Somalia aplicó la misma medida en 2013.
El país sigue el calendario islámico que no reconoce el 1 de enero como el principio del año.
Ya no quedan casi cristianos en Somalia. En la capital Mogadiscio, una catedral católica construida por los italianos y destruida por un bombardeo sigue siendo, sin embargo, un punto de referencia.
No obstante, los diplomáticos extranjeros, los trabajadores humanitarios y los soldados que viven en un recinto rodeado de seguridad del aeropuerto están autorizados a organizar fiestas privadas.
Los shebab, expulsados desde mediados de 2011 de Mogadiscio, y después de sus principales bastiones del centro y del sur de Somalia, controlan aún amplias zonas rurales, desde donde llevan a cabo operaciones de guerrilla y atentados suicidas -a veces hasta en la capital somalí- contra los símbolos del inestable gobierno del país o contra la fuerza militar de la Unión Africana en Somalia (Amisom) que le apoyan.