El 2016 tiene todos los elementos concentrados para que sea muy problemático en la economía –salvo que los precios del petróleo se disparen a niveles nunca vistos, escenario por lo demás, poco probable- en tal sentido, la lógica nos indica que ante la coyuntura-país, los factores políticos se acerquen hacia la cooperación para abordar la crisis con sentido nacionalista y racional. Aunque las señales que hemos visto hasta ahora tiendan hacia la profundización de las diferencias y por ende de la conflictividad, no está descartado del todo que se logren acercamientos institucionales en pro de la atención de los escenarios macroeconómicos y de la cotidianidad ciudadana. Está claro que, estas dos tendencias: cooperación y conflicto pueden ejercer un impacto profundo sobre la realidad nacional con consecuencias enormes en el corto y mediano plazo. La ecuación es simple, si se radicalizan los conflictos políticos y se nos presenta una guerra de “poderes” en Venezuela, los niveles inflacionarios y de desabastecimiento pudieran llegar a cifras históricas en la región. El padecimiento de la colectividad se incrementaría con la consecuente tensión social en alza. Si por el contrario, el liderazgo político comprende la magnitud de la situación-país y se propician encuentros puntuales para generar alternativas de políticas públicas que puedan impactar en el corto y mediano plazo la dinámica económica nacional, la cooperación funcionaría como una válvula de escape que aliviaría la tensión social y detuviera el socavamiento del sistema político. Son dos tendencias muy claras y definidas que ondean en el horizonte venezolano del 2016. Para influir en el rumbo hacia cualquiera de estos dos escenarios, la población venezolana tendrá que influir –más allá del voto- con una sistemática organización y articulación a lo largo y ancho del territorio nacional, que presione a los actores políticos en una dirección o en otra. La legitimidad de movimiento será clave en 2016.
Grandes desafíos
En Venezuela hemos tenido muchas elecciones de diverso calibre en estos últimos 16 años. Presidenciales, de relegitimación, gobernadores, alcaldes, referendas consultivos, parlamentarios nacionales, estadales y municipales, entre otras… movilizaciones masivas y contramovilizaciones en relación a aspectos polarizantes…Emotividad y respuestas emocionales al máximo… Pero no hemos crecido lo suficiente en tejido local, partidista, institucional, aprecio por lo público, es decir, no nos hemos configurado como una sociedad política que vigile el funcionamiento del Estado y haga contrapeso legítimo…Trascender la dinámica polarizante que divide al país entre dos bandos, que solo ha promovido una sociedad movilizada sin encuentros ni proyecto común. El 2016 debe ser un referente para construir una sociedad política que no solo legitime las funciones del Estado sino que lo controle y le haga contrapeso. Una sociedad política que conozca el rol de cada actor institucional y valore el voto nominal, la libertad de conciencia; en fin,una sociedad política que trascienda el mesianismo y el rentismo como formas de vida.
El foco de atención
Toda la región estará más atenta que nunca a lo que ocurra en Venezuela este 2016. Es muy probable que la intensidad del debate político que se de en la Asamblea Nacional se escuche más allá de nuestras fronteras. La dinámica parlamentaria por la nueva conformación de factores producto de las elecciones del 6D se va a acelerar sobre los grandes temas nacionales. En paralelo, la situación geopolítica e ideológica de América Latina se ha ido deslizando paulatinamente hacia gobiernos que no están alineados al bloque regional que se conformó durante la última década. Brasil confronta escenarios de división interna que pueden debilitar su condición de potencia regional. Argentina es muy probable que comience a cuestionar algunos acuerdos y alzar su voz desde el sur. En Venezuela debemos estar particularmente atentos a estas señales y este interés del hemisferio por nuestra situación interna e interpretar cabalmente las señales que se vienen presentando a lo largo y ancho de América Latina para analizar mejor nuestra coyuntura actual. Desde esta columna apostamos firmemente por el país y aspiramos que el liderazgo político, pero también la sociedad organizada como contrapeso legítimo al Estado, se puedan alinear en una búsqueda de paz y bienestar como nunca antes. Las condiciones geográficas, humanas y regionales se nos presentan orquestadamente para que puedan ser aprovechadas al máximo.
