Por tradición conocemos que la remuneración extra que el empleado o trabajador recibe a fin de año es un Aguinaldo, que según la Ley laboral es sinónimo de beneficio; el DRAE lo define como el regalo que se recibe en Navidad o en la fiesta de Epifanía (6 de enero), o en su defecto mostrar con ese gesto un agrado en cualquier ocasión. Pues bien, el mejor y más placentero Aguinaldo que recibe el país y todos los venezolanos, en muchos años, incluyendo al chavista no enchufado, es que la alternativa democrática haya obtenido la mayoría calificada para darle al “Congreso Nacional” -como suelo llamarle- la majestad y el cumplimiento de sus funciones como Poder Público.
Como decía “aquel Señor”, el que tenga ojos que vea, el país mayoritariamente envió un mensaje inequívoco e irrenunciable. Se desea, se necesita un cambio de rumbo en tiempo perentorio; el modelo instaurado por “aquel Señor”, es un idealismo personal, inviable, con carácter totalitario y despótico, que ha traído a Venezuela, el resquebrajamiento en todos sus niveles, y quienes le heredaron han dado muestra de una mayúscula ineptitud e incapacidad para sortear el descalabro que les dejó, y un minúsculo liderazgo para tomar el camino y las medidas que sustentarían a medias el estado de calamidad que padecemos.
El resultado de la elección parlamentaria es la muestra palpable, de que el venezolano tiene un inquebrantable espíritu democrático, libertario y una fe ciega por defender su dignidad, por lo que ha resistido en estos largos años los embates y el control de este régimen que sucumbe irremediablemente.
A partir del 5 de Enero al instalarse “el nuevo Congreso”, los diputados de la Unidad Democrática, habrán de emprender la tarea titánica de dignificar y recobrar la jerarquía, prestancia y funciones del Parlamento, con el talante democrático que les es propio, y con la serenidad, templanza y sabiduría que se requiere para asumir la responsabilidad del ejercicio que les encomendó el pueblo.
Transmítanle al país, respetados y honorables diputados, que ustedes y quienes le apoyamos somos distintos, que queremos un país en paz, sin odio ni violencia, sin exclusión ni sectarismo, en donde se respete la dignidad humana; que en el hemiciclo se estará unidos, a pesar de la pluralidad de criterios, para rescatar la patria y su democracia que implica ejercer con tolerancia y amplitud, pero con la postura digna de imponer el respeto que otorga ser mayoría, y que exige el propio Poder Público al que se pertenece.
Recibimos en tiempo decembrino, con alegría, placer y esperanza este hermoso y buen Aguinaldo, que nos hemos dado los que votamos por el cambio, embriagados de buena voluntad; que no es monetario ni en efectivo, pero si moral y político, diré como el poeta Benedetti: “Cobraré el aguinaldo en billetes de uno a uno/ y me iré caminando…/ silbando un tango amargo/ como otro distraído”.