Y por fin llegamos a este fin de semana previo a la noche de la navidad, momento especial donde todos los integrantes de una familia comparten una noche llena de risas, brindis, alegrías y muchísimo amor. Pero muchas veces dejamos de voltear para ver a aquella persona que siempre ha estado ahí y que quizá le tocará pasar ese día de regocijo en su puesto de trabajo. Conozca un poco de la historia de Douglas, un vigilante de profesión que disfruta con gozo la navidad
Cuando entramos a un gran edificio ubicado muy cerquita de donde muchas veces se escuchan las notas musicales de los pequeños que integran los salones del Conservatorio de Música, no podemos obviar, desde hace aproximadamente unos 17 años, a aquel hombre encargado de la seguridad del lugar. Una persona llena de ánimo, ganas de trabajar y hacerlo bien.
Él es Douglas Silva, el vigilante de Residencias Los Girasoles, un hijo, hermano, esposo y padre, pero una persona que también con su constancia en el trabajo, ha disfrutado de buenas amistades dentro de su puesto de vigilancia. Amigos que sin duda alguna pudiéramos decir que son una familia más.
La niñez de un pequeño de Sanare
Douglas nació en la fresquita zona de Sanare, lugar hermoso de nuestro país y donde cada año se celebra la pintoresca fiesta de la Zaragoza, él es el quinto de una familia de once hermanos y recuerda con gran alegría esas navidades donde, entre toda esta cantidad de gente, disfrutaban y jugaban hasta más no poder. “En los pueblos se celebra sabroso la navidad. Nosotros jugábamos mucho”, comenta jocosamente Douglas.
La calle se colmaba de todos estos pequeños, jugando con metras, papagayos y perinolas. Para luego entre todos escribir aquella linda carta al Niño Jesús para pedir los regalitos de navidad. Él con cariño, recuerda cada uno de esos momentos en que disfrutaban el instante de colocar la carta en el arbolito que con alegría decoraban en familia. “Participábamos entre todos a poner el árbol y el pesebre que algunas veces los hacíamos con cajitas de fósforos. Era bastante bonito”, señala Silva.
Entre la vigilancia y las navidades
Ahora ya hecho hombre, Douglas ha dedicado gran parte de su vida al servicio de vigilancia, pero quedándose en este mismo lugar por sentirse parte de una comunidad que lo aprecia y confía plenamente en él. Pero sí, le ha tocado estar en su puesto de trabajo alguna que otra noche vieja, pero sin una queja… “Aquí es bien bonito, todos los vecinos me tratan muy bien y me bajan mi platico navideño”, agrega Douglas.
Cuando no es así, pues dedica sus 24 de diciembre a deleitar a su esposa y sus cuatro hijos con alegrías y reuniones donde comen la típica cena en casa de sus suegros, divirtiéndose con intercambios, lanzando cohetes y comiendo tradicionalmente las ricas hallacas que previamente se reunieron a hacer.
Así vive la navidad este hombre que durante tantos años hemos visto ahí sentado cuidando, conversando y preocupándose por cada uno de los vecinos del edificio.