Cuando la noche del sábado, el adolescente de 12 años fue ingresado al Seguro Social Pastor Oropeza, luego de recibir un disparo en su pierna derecha, le preguntó a la doctora si al día siguiente podría mover las piernas porque tenía un importante juego de fútbol y no podía faltar.
La especialista lo acarició y le dijo: “Quédate tranquilo que saldrás de esto”, pero desafortunadamente no fue así. El menor había perdido tanta sangre que no resistió la intervención quirúrgica y murió. Con él se fueron sus sueños de ser como Messi, su ejemplo a seguir.
El muchacho jugaba en la posición de delantero, todos los días después de clases, asistía a sus prácticas, cuidaba sus zapatos y uniforme como su mayor tesoro, dijeron los familiares.
El suceso
Eran las 11:00 de la noche, Cardenales y Leones del Caracas se debatían en un extra inning y el adolescente escuchaba el juego desde el radio del vecino, acompañado por sus amigos en Los Pocitos, sector I, calle 3.
Repentinamente el grupo vio cuando un hombre agitado se acercaba a ellos, un pistolero lo estaba persiguiendo y en un instante accionó su arma de fuego. Todos corrieron para refugiarse en una casa, incluso el hombre al que señalan como azote de barrio se salvó de los tiros, pero el estudiante de sexto grado, no lo logró, un proyectil lo afectó en su pierna derecha.
Yesimar Rodríguez, hermana de la víctima, contó que lo montó en un carro y lo trasladaron al Ambulatorio de La Paz, allá no lo atendieron y lo llevaron hacia el Seguro Social Pastor Oropeza. Dijo que su hermano estaba consciente y hablaba.
En la emergencia lo subieron a una camilla y lo ubicaron en el pasillo principal, para entonces eran las 11:30 de la noche. Los médicos le dijeron a la mamá que el muchacho se salvaría, que mantuvieran la calma.
Una hora después, llamaron a la madre del menor hacia el interior de la sala de emergencia para pedirle otros datos. Ella comenzó a llorar cuando vio que su hijo todavía estaba en el pasillo sin ser atendido.
“A mi mamá la sacaron de la emergencia y le dijeron que ya lo iban a operar. A las tres de la madrugada salió la doctora y nos dijo que se complicó y murió”, señaló Yesimar, con un tono de voz entrecortado.
Carlos Rodríguez todavía no podía asimilar la muerte del menor de sus seis hijos. Recordó que en los últimos días estaba muy feliz porque le dieron la boleta del primer lapso y obtuvo excelentes calificaciones.
“No es porque sea mi hijo, pero él era un hermoso niño, de buen comportamiento, aficionado por el fútbol, mi hijo quería ser grande”.
El progenitor no cree que el pistolero que le quitó la vida a su hijo llegue a pagar por lo que hizo, dijo que confiará en que la justicia vendrá “de arriba”.
Los Rodríguez siempre han vivido en Los Pocitos, saben que es una zona peligrosa pero ellos son de buena familia y nunca habían sido víctimas de la violencia.