Todos los análisis post electorales coinciden en que la gente votó por un cambio de rumbo en el país, el cual comienza en la Asamblea pero debe terminar de concretarse con un nuevo Gobierno. Las dos terceras partes resultantes de la voluntad soberana expresada, tienen que asumir su responsabilidad para satisfacer las expectativas de un pueblo que no aguanta más esta crisis económica.
Pero primero debemos deslastrarnos de algunos complejos alimentados por ciertos sectores interesados en retardar el cambio o al menos controlarlo según su agenda. Decir que los votos son “prestados” o no son de nadie, es un argumento estéril que solo pretende desmeritar al liderazgo opositor artífice de una hazaña democrática histórica. En política todos los votos son prestados, tal y como pasó cuando migraron de Acción Democrática y Copei al chavismo a finales del siglo pasado. Eso no evitó que la nueva mayoría concretara los cambios que había prometido. El pueblo castiga a los gobiernos y vota por una alternativa en busca de un cambio. Nada nuevo. Malo es que esa alternativa se acompleje con tesis tan absurdas como que la gente votó por algo nuevo esperando que todo siga igual.
El otro mito es el del voto chavista a favor de la MUD. Hay quienes olvidan que Henrique Capriles sacó en 2013 más de siete millones de votos. Claro que cada vez mas hay personas decepcionadas del Gobierno que se suman a las filas de la oposición y el reto es seguir sumándolas, pero no podemos olvidar a las millones de personas que nos han acompañado durante años. La MUD obtuvo por segunda elección nacional consecutiva más de siete millones de votos, consolidándose como el partido más votado en el país. Somos mayoría y el destino natural de toda mayoría es gobernar. Para eso es que votan por nosotros. No puedo imaginar a una persona que haya decidido quitarle el voto al PSUV para dárselo a la MUD solo para que esta se entienda con el Gobierno. El “chavista” que votó por la MUD lo que quiere es salir de Maduro, si no hubiera votado por el PSUV. Estamos hablando de un voto rebelde emitido por una persona que puso en riesgo beneficios personales y que ahora está sometida a persecución. El “chavista” que votó por la MUD arriesgó mucho, y lo menos que espera es que el liderazgo opositor haga lo propio y cumpla el mandato dado con su voto que no es otro que cambiar. Creer que se honra ese voto conviviendo con el Gobierno es una tontería apoteósica.
Nadie ha olvidado que el PSUV sacó el 40% de los votos, pero el dato analizable es que en 3 años ese partido ha perdido más de tres millones de votos. Los números no mienten, la votación del 6D fue contundente y tiene una sola lectura: Venezuela quiere cambio. Lo demás es auto-mezquindad, masoquismo o hasta temor real a ser gobierno. Asumamos el reto histórico y el mandato popular.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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