Desde el puente – Prudencia, firmeza y unidad

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Estas tres palabras pudieran resumir lo que la nación espera del nuevo parlamento. Son sabias, apropiadas para el momento actual y para cualquier circunstancia por la que individualmente debamos atravesar.
Prudencia que no se confunda nunca con debilidad. Impone la meditación serena, el análisis profundo de cada situación y hasta la evaluación de la conducta ante los enormes problemas que el país confronta. Firmeza que no desemboque en atropello contra personas, ni instituciones públicas o privadas, pero que signifique coraje para luchar por nuestras convicciones y responder debidamente ante las agresiones de los adversarios. Finalmente, unidad. Puede y debe ser dinámica y diferenciada, pues resulta imposible hacer igual lo que por naturaleza es diferente. En el campo democrático hay de todo y para todos los gustos, pero lo importante es la unificación de los objetivos fundamentales para poder diseñar estrategias que puedan seguir cada grupo o liderazgo a su manera.

Por supuesto, para que el esquema funcione es indispensable una alta cuota de honradez, de honestidad integral tanto en los propósitos como en las acciones de la vida diaria. Todo lo contrario de cuanto hemos tenido en estos diecisiete años de “socialismo del siglo XXI”. En la política venezolana debemos enterrar el disimulo y la mentira. Caretas abajo y que las responsabilidades puedan ser claramente establecidas en toda circunstancia.

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Estas recomendaciones elementales están inspiradas en los consejos recibidos a lo largo de muchos años, de Lorenzo Fernández, hombre ejemplar de cuyos servicios superiores se perdió Venezuela. En este tiempo sus enseñanzas y su ejemplo los tengo muy presentes.
Ahora viene lo duro, lo difícil, lo inaplazable. Construir la Venezuela del futuro que empieza. Desmontar el nefasto presidencialismo, exacerbado y despótico de los últimos quinquenios. Liquidar de una vez y para siempre la exagerada dosis de centralismo y hacer realidad el ideal de una República Federal y descentralizada, integrada por Estados y Municipios autónomos. La municipalización de la vida pública es indispensable para la verdadera participación ciudadana. Acabar con el partidismo agudo y entender que en el pluralismo y la alternancia está la clave contra el sectarismo y la exclusión. Cada una de estas metas necesita ideas, planes y proyectos. Existen. La gente para ejecutarlos también existe.

La tarea es enorme pero posible en todos los campos, incluida la seguridad, la producción, la economía y la vigencia de los derechos fundamentales de la persona natural o jurídica. El régimen tiene que entenderlo. O cambia o lo cambiamos.

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@osalpaz

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