Quienes deben desplazarse por la carretera hacia la población de San Miguel, en el municipio Jiménez, sobre todo en horas de la noche, deben hacerlo con mucha precaución para no ser sorprendidos por las gigantescas fallas de borde existentes en algunos tramos.
Francisco Lucena, conductor, advierte que no se trata de nada nuevo, pues desde hace tiempo vienen exigiendo al MTT y a Invilara la eliminación de tan peligrosas hondonadas.
“De milagro no ha caído un carro por esos huecos al fondo y dejado muertos, porque de noche, quien no conozca la carretera, se encuentra de pronto conque falta un pedazo y hasta ahora sólo ha habido sustos”, agregó Lucena.
Las mismas imploraciones han hecho los conductores de las unidades del transporte colectivo que cubren la ruta San Miguel-Quíbor, pero hasta ahora desde ningún organismo han obtenido resultados.
Hasta hace algunos meses era sólo una pequeña falla de borde, pero con el diario paso de vehículos, muchos de ellos cargados, se ha venido agrandando hasta haber hecho desaparecer todo un canal de la vía.
Además, desde los organismos responsables de la vialidad ni siquiera se han preocupado por colocar algunas señales de advertencia a los conductores, en especial los que se desplazan en sentido norte-sur.
En el Ministerio de Transporte Terrestre le dejan la obra a Invilara y en este organismo al anterior, pero ninguno de ellos procede para recuperar el sector antes de que la carretera quede totalmente partida en dos, dejando incomunicados a los habitantes de San Miguel y de numerosos caseríos cercanos.
La otra falla se encuentra a poca distancia, en sentido sur-norte, y ante la indiferencia del MTT también se ha expandido por todo el canal derecho.
Igual que el anterior, ya ha provocado unos cuantos sustos a conductores, especialmente a algunos que no hacen ese recorrido con frecuencia, a quienes se recomienda no hacerlo en horas de la noche.
Pero la falta de mantenimiento no se puede notar sólo en esas dos fallas de borde sino también en otros sitios del tramo que, si no se atienden con prontitud, continuarán deteriorándose hasta hacerlos intransitables, o al menos sólo para vehículos de carga o doble tracción.
Es el caso de la última curva entrada a San Miguel donde, a consecuencia del agua que cae de la parte alta de la montaña, cuando llueve, la capa de rodamiento ha desaparecido y lo único que hacen es retirar la tierra pero no reponen el asfalto, como debe ser.
Igualmente es necesaria la recuperación del tramo Campo Lindo-La Costa, en la que ya se puede observar mucho deterioro, concretamente huecos y zanjas en las llamadas bateas por las que pasan las aguas de lluvia.
“Lo único que pedimos es que nos reparen la carretera antes de que quedemos incomunicados porque si esos huecos siguen agrandándose tendrán que gastar millones para recuperarla por la profundidad del barranco.