Durante los últimos meses se ha hecho común en Barquisimeto que grupos de niños y adultos indígenas se ubiquen en las inmediaciones de los semáforos de las avenidas para pedir limosnas a conductores y pasajeros.
La mendicidad es algo que, a16l menos en la capital larense, ninguna autoridad se ha propuesto erradicar, pero cuando esa práctica está a cargo de niños es menester intervenir para acabarla.
Quienes dirigen en Lara el Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos del Niño, Niños y Adolescentes (Idena), o no se han dado cuenta de lo que está ocurriendo, o no tienen recursos ni voluntad para hacer que esos pequeños vuelvan a sus sitios de origen antes de ser devorados por la ciudad.
Hace algunos meses desde la alcaldía de Iribarren procedieron a trasladar a la Sierra de Perijá, en el Zulia, a un grupo numeroso de indígenas que habían tomado el espacio ubicado frente al viejo cementerio de la 42, pero, poco a poco han venido regresando como lo puede constatar cualquiera al verlos, hasta ahora durmiendo debajo de los árboles o en panteones del camposanto, pero en cualquier momento, en una ranchería allí como la que ya existe a un lado de la avenida Las Industrias.
Algunas mujeres, madres, han expresado su preocupación por la presencia de esos niños indígenas en varias avenidas de Barquisimeto y Cabudare, como la Pedro León Torres con 42, Las Industrias, Florencio Jiménez, Venezuela, Leones con Lara y la intercomunal hacia Palavecino, diagonal al hospital privado.
Y es justa la pregunta, ¿es que en Lara no existe un organismo capaz de hacer cumplir la LOPNA para regresarlos a sus lugares de origen?