“El diálogo basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos, y favorece el respeto de la vida, humana. Por ello el recurso a las armas para redimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad
Juan Pablo II.
Estas sabias palabras del Papa Juan Pablo II deberían señalar el sendero para el inicio de la recuperación de la república.
La dirigencia política tiene la obligación de oír los gritos que lanzan los diferentes sectores de la sociedad venezolana. El ciudadano común y corriente, el mal llamado ciudadano de a pié, pide la solución de los graves problemas que les aqueja.
No se puede seguir escurriendo la arruga justificando los últimos acontecimientos políticos con las conocidas manipulaciones y/o apelando a la alabanza descarada que raya en cinismo.
La gravedad de la situación económica que influye en lo social, no puede ser tergiversada con expresiones descalificadoras.
Sale a los medios de comunicación frases altisonantes, incongruentes e inverosímiles; de descrédito y desprecio a la verdad. Se manipula a la opinión pública y se apuesta a confundir a la ignorancia; se emplea un lenguaje altisonante, cínico, descalificador y, que en algunos casos se puede calificar de violento o belicista, en un juego que puede terminar mal.
La palabra empeñada no puede ser distorsionada por la misma persona que la pronuncio y, si se tiene la autoridad y gallardía en cumplirla se debe llamar a reflexión a aquellos que pretenden defender parcelas políticas, sociales y/o económicas que ellos mismos han destruido llevando consigo al desastre a sectores que les han depositado su confianza.
Es momento propicio para dejar que el agua se decante. Los ciudadanos, que habitan en esta Tierra de Gracia así lo exigen y reclaman sus derechos. No se puede, ni se debe seguir despreciando la voluntad de quienes han alertado, “pacíficamente”, sobre la gravedad de la situación que enfrentan cotidianamente y que es redundante repetirla porque de todos es conocida.
¿Por qué descalificar a quienes buscan una solución idónea a problemas que se hacen insoportables calificándoles de ignorantes que se dejaron engañar por la publicidad traída desde el imperio a sabiendas que es la misma ciudadanía que otrora buscó en otras opciones la solución a los problemas que hoy ven agravados?
La verdad no tiene ideología, raza, ni color político simplemente es la verdad, y la situación en la cual se encuentra el país tiene características desconocidas por los venezolanos, puesto que, desde que se fundó la república jamás la había enfrentado; a pesar de haber soportado la Guerra de Independencia; montoneras; esclavistas incendiarios de pueblos y sabanas; dictaduras; revoluciones y pare de contar; sin que tuviese que sobrevivir a la delincuencia; la inflación; el bachaqueo y al desabastecimiento descontrolado.
Si se quiere comenzar con la recuperación de la nación es hora de aceptar la realidad y de tomar decisiones con la nobleza que nos ha caracterizado, desde siempre. El 27 de noviembre de 1820, el Libertador Simón Bolívar y el Capitán General de las Tropas Realistas Pablo Morillo, se reunieron en la población de Santa Ana de Trujillo, para ratificar el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra; considerado el principal antecedente del Derecho Internacional Humanitario actual.
Es imperioso seguir el ejemplo de aquel verdadero gigante a quien dimos el título de: Libertador.
