«Con frecuencia pedimos al cielo recursos que residen en nosotros mismos». William Shakespeare
Según el estudio Bienestar y motivación de los empleados en Europa 2015 creado por Endenred e Ipsos: un 40% de los trabajadores piensa en abandonar su empresa, un 41% está insatisfecho en el equilibrio entre vida familiar y laboral, el 51% resuelve asuntos personales en el trabajo. Si a esto le añadimos que, en el momento de decidir cambiar de trabajo, para un 90% es fundamental la conciliación laboral y el ambiente con los compañeros, concluimos que, en el fondo, el sueldo no es trascendental en el grado de satisfacción. En verdad, una vez que nos sentimos más o menos cómodos con lo que cobramos, dejamos pensar en ello. Sin embargo, es importante señalar que ninguno de estos factores es capaz de activar una motivación real y duradera. Claro que ayudan y proporcionan equilibrio y tranquilidad, pero a corto plazo y vienen a resolver un malestar.
Pero si hablamos de motivación, en el que uno se ve capaz de todo, no basta.
¿Dónde reside la motivación? ¿Cuál es su secreto? ¿Dónde buscarla y desde dónde potenciarla?. Por eso veamos qué nos dice un gran motivador. David H. Pink, autor del éxito La sorprendente verdad sobre qué nos motiva. El asegura que en lo relativo a la motivación empresarial aún existe el error generalizado de reducir el trabajo a una transacción. Tu me pagas, yo trabajo. Tú me pagas más, yo trabajo más. Tu me incentivas mejor, yo trabajo mejor. Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado que no funciona el sistema del palo y la zanahoria, del premio y el castigo. Esta realidad aún se hace más patente en todas aquellas actividades donde se ve involucrada la creatividad o cierta dosis de complejidad en aquello que hacemos, donde resulta que, lejos de mejorar el rendimiento, los incentivos, los palos y las zanahorias provocan un menor rendimiento.
Lo que funciona es «el impulso de hacer algo porque es interesante, absorbente y todo un reto». Pink lo llama Motivación 3.0, y lo más interesante es el cambio de paradigma que representa. Es decir, aquel que sale de nosotros mismos y de nuestros deseos como personas.
Este nuevo enfoque tiene tres pilares:
Autonomía, Maestría y Finalidad.
-La autonomía. Entendida como libertad, como autogestión de proyectos. Ya no se trata de que nos digan qué hacer y cómo hacerlo. Se trata de contratar a trabajadores buenos y dejarlos solos, como aseguraba William McKnight, presidente legendario de 3M. Justamente porque son buenos en lo que hacen debemos darles libertad. Justamente porque somos buenos en lo que hacemos reclamamos libertad. Somos adultos y responsables y así nos gusta que nos traten. Es así de simple, así de complejo. Parece una locura, pero no lo es. En realidad, en empresas como Google se está imponiendo la autonomía como herramienta de crecimiento, y a los trabajadores se les ofrecen días en los que pueden trabajar en lo que quieran, con quien quieran y como quieran. Así, aseguran, nació el embrión de Google Maps.
Aquí aparece de nuevo el tema, que les he comentado en diversos artículos anteriores, El Empresario Interno, instrumento poderoso para llevar adelante esta motivación e innovación que toda empresa debe desarrollar constantemente.
Definitivamente, si queremos ganar dinero debemos conseguir crear los espacios necesarios para que las personas sean personas, no simples empleados.
Continuaremos
Italo Olivo
www.iolivo.com