La crisis económica requiere atención inmediata

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Hay que hacer algo. La situación se torna insostenible. Todos estamos convencidos, doctos y legos, de que el país requiere un cambio de rumbo, con la excepción del gobierno central, que sigue empecinado en no reconocer el desastre causado por sus políticas económicas desquiciadas.  Ya en 2012 era evidente la crisis y la necesidad de medidas. Serias dificultades con un barril a 103 dólares y un endeudamiento de 30 mil millones de dólares, era signo inequívoco de que iba por mal camino. Hoy son diversos los problemas, todos interrelacionados, conocidos -soportados, parece ser el término correcto- que agobia a los venezolanos y que, de no aplicarse correctivos, pudieran colocarnos al borde del         colapso.

La academia venezolana desde hace tres años viene advirtiendo la peligrosa desembocadura del manejo irresponsable de las finanzas, la fuga de capitales, la indisciplina fiscal y la destrucción del aparato productivo nacional, impulsada  desde Miraflores. La academia anticipó lo que iba a pasar, vislumbró el deterioro la situación económica atendiendo a razones ideológicas, más que al interés  de la nación y sus habitantes. En documentos de dominio público planteó un conjunto de medidas y soluciones, todas desestimadas por las autoridades económicas, pues, según se esgrimió, “pronto se derrotará la guerra económica, con leyes habilitantes  al Presidente”.

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Hoy sabemos los resultados catastróficos. Curiosamente, el exministro de Planificación, Jorge Giordani y un grupo de disidentes del partido oficial, junto a destacados economistas que se reclaman seguidores del proceso, entre ellos Felipe Pérez Martí y Víctor Álvarez, también exmiembros del gabinete ejecutivo, coinciden en líneas generales, con lo señalado por la academia y por voceros de la oposición política venezolana. En el estado Lara el destacado profesor Gerardo Álvarez, ha expresado la orientación general del cambio necesario, y algunas medidas relevantes. Está demás decir que el recetario se encuentra en la misma Constitución Bolivariana, respaldado por el sentido común de cualquier administrador.

El punto de partida es el respeto a la propiedad privada. Tanto para empresarios como para los beneficiarios de la Misión Vivienda. Que cese el temor a ser expropiado. Conviene ir adelantando un programa de estabilización económica para detener la inflación y cuadrar las cuentas. El siguiente paso, una vez ganada cierta confianza en los agentes económicos, corresponde emprender un plan de recuperación económica, que defina el salario mínimo vital, el tipo de cambio, las tasas de interés, el precio de la gasolina. Pero nada puede hacerse sin el concurso del Ejecutivo y sin comprender que se agotó el modelo, que Venezuela avanza hacia una economía post-petrolera, más bien post-rentista, en el sentido que el petróleo no proveerá los dólares que necesita para salir del atolladero. Esto corresponde a la esfera macro-económica y toca a los especialistas el diseño en detalle. Pero hay asuntos apremiantes, que hay que atender, que referimos a continuación.

Hay que enfrentar tres problemas esenciales, urgentes: escasez, desabastecimiento y pérdida del poder adquisitivo del salario. Ello pasa por entender que la riqueza de una nación proviene del trabajo, adoptar medidas para contener la inflación y concertarnos para llenar los estantes. No es tarea fácil. La nueva Asamblea Nacional pudiera ayudar al legislar en torno a detener ya, de inmediato, la emisión de dinero inorgánico para apaciguar la inflación. Para aumentar el abastecimiento debe estimular el compre venezolano y darse prisa en implantar la llamada “ley candado”, para que no siga regalándose petróleo a los países amigos (cerca de 550.000 barriles diarios). Por esta vía se obtendrían divisas necesarias para  apalancar las importaciones y reanimar el aparato productivo.

Muchas cosas hay que hacer, todas requieren concertación y acuerdo entre trabajadores, empresarios, Ejecutivo, legisladores y tiempo para su implementación. Sin embargo, cualquiera sea el rumbo que se elija, para superar la crisis. –o al menos intentar superarla a corto plazo- se requiere cumplir con dos requisitos previos, sencillos, elementales.

El primero se refiere a modificar radicalmente la relación gobierno-empresarios. Mientras el gobierno considere que no hay inversionistas sino explotadores y parásitos, cierra toda posibilidad de recuperación económica. Si trata como enemigo al que produce estamos mal, lo único que haremos es hundirnos más en la recesión y adelantar la probable hambruna que nos espera de no torcer el rumbo a tiempo.

El segundo es categórico, definitivo, respetar el sabio dictado de “zapatero a su zapato”. Cada quien a lo suyo. Hay que acabar con la práctica de pilotos de aviación que son ministros de sanidad, gente sin preparación que se pone al frente de actividades que desconoce. Mientras no haya especialistas en el gabinete económico, difícilmente atinaremos. Es hora de que el gobierno, que se jacta de tener muchas y muy buenas universidades, llame a los que saben. Que deje de confundir innovación revolucionaria con improvisación irresponsable.

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