Silencio absoluto de la artillería larense. Daryl Thompson impuso su ley en seis innings, y tres relevistas concluyeron el blanqueo en una noche amarga para la ofensiva local. Solo en el primer tramo los guaros colocaron dos a bordo. El derecho norteamericano indujo nueve elevados y llegó a retirar doce en línea, un alarde en su faena destacada.
Cardenales es un club que no ha tenido capacidad de reacción y debajo en la pizarra solo ha podido voltear las acciones en una oportunidad, después del sexto inning. El club sigue sin acoplarse en el ataque y está lejos de los dividendos de sus toleteros en la primera vuelta. Mérito para los tiradores aborígenes enfrentados a un grupo que ha visto decaer ostensiblemente a sus toleteros en el corazón de la alineación.
Orlando ha sido colocado de cuarto, pero, como en otros torneos, allí no responde y solo ha empujado dos carreras desde su arribo al país. Néstor Molina no fue tan efectivo como en labores precedentes. Le ligaron siete hits en dos episodios que le bastaron a Caribes, visto su buen pitcheo de anoche. Dividir fue bueno para Caribes, no así para los crepusculares que ahora deberán afanarse para quebrar la cadena de reveses y los resultados negativos en el campo portocruzano. Romper esa tendencia es una obligación.
La batalla es directa contra Anzoátegui y Caracas y contra este último restan tres vitales compromisos. Habrá que redoblar esfuerzos e insuflar ánimos en busca de una rebelión de los bateadores. Raúl Rivero será el abridor de mañana. Nadie mejor que él para picar adelante en esa serie de tres encuentros.