Desde que Jesús vino al mundo como Dios y como Hombre verdadero, podemos decir que el fin está más cerca que cuando empezamos, ¿no es así?Pero siempre hay la curiosidad: ¿cuándo será ese momento?La respuesta es que nadie, absolutamente nadie, lo sabe con certeza.Eso nos lodijo Jesús. Aún así, unos cuantos lo han anunciado y –por supuesto- se han equivocado.Pero hay signos. Signos muy bien descritos que Jesús nos dijo que observáramos. Aquí van:
1.) Muchos tratarán de hacerse pasar por Cristo. 2.) Sucederán guerras y revoluciones que no son aún el final. 3.) Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. 4.) Terremotos, epidemias y hambres. 5.) Señales prodigiosas y terribles en el cielo. 6.) Persecuciones y traiciones para los cristianos. 7.) El Evangelio habrá sido predicado en todo el mundo. 8.) La mayor parte de la humanidad estará imbuida en las cosas del mundo y habrá perdido la fe. 9.) Después se manifestará el anti-Cristo, que con el poder de Satanás realizará prodigios con los que pretenderá engañar a toda la humanidad. (Mt 24, 4-51; Lc 21, 5-36).
¿Cómo volverá Jesucristo? Primeramente aparecerá en el cielo su señal -la Cruz-; vendrá acompañado de Ángeles y aparecerá con gran poder y gloria. (Mt. 24, 30-31)
Entonces… ¿qué hacer? También nos lo dijo Jesús: «Por eso estén vigilando y orando en todo momento, para que se les conceda escapar de todo lo que debe suceder y estar de pie ante el Hijo del Hombre». (Lc 21, 36)
Notemos que no dice que estemos pendientes de cuándo va a ser el momento, sino de que estemos listos y orando en todo momento.
San Pablo también nos responde con la misma consigna: “No se inquieten por nada; más bien presenten sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud”. La oración es, sin duda, uno de los ingredientes más importantes para prepararnos a la venida del Señor.
Pero ¿qué más hacer? La oración como punto de partida, la Misa dominical que no debe faltar, arrepentimiento y Confesión sacramental de nuestros pecados y la Comunión lo más frecuente posible. Así iremos preparándonos para lo que ha de venir.
A San Juan Bautista le tocó ir preparando a la gente cuando la primera venida de Cristo. Los que le seguían le preguntaban “¿qué debemos hacer?” (Lc. 3, 10-18). Y él les daba un programa de vida que podemos aplicarlo hoy también:“Quien tenga dos túnicas que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo.No cobren más de lo establecido.No extorsionen a nadie ni denuncien a nadie falsamente”.
Ahora bien, siguiendo la tónica del Adviento, las lecturas nos llevan de la primera a la segunda venida de Cristo. Esto dice San Juan Bautista de su segunda venida: “El tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”. (Lc 3, 10-18)
Clarísima alusión al fin del mundo, cuando Cristo separará a los buenos de los malos: unos irán al Cielo y otros al Infierno, al fuego que no se extingue.
Oración y vigilancia es lo que nos pide el Señor: orar y actuar como si hoy -y todos los días- fueran el último día de nuestra vida terrena.
Lo importante no es saber el cuándo. Lo importante es estar siempre preparados. Lo importante es vivir cada día como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra.
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