Por primera vez desde el retorno de la democracia en 1983, un mandatario saliente no entregará los atributos de mando, el bastón y la banda presidenciales, a su sucesor.
A su vez, el bloque de diputados más afín a Fernández anunció que no participará de la ceremonia de jura que se llevará a cabo en el Congreso.
El desencuentro obedece a diferencias en torno a aspectos ceremoniales.
Fernández rechazó la propuesta de Macri de ser investido con los atributos en la sede del gobierno, como se ha hecho -salvo excepciones- desde 1868, y no en el Congreso, como era el deseo de la presidenta saliente.
La constitución establece que al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente deben prestar juramento «ante el Congreso reunido en Asamblea», pero no especifica dónde se hace la entrega de los atributos presidenciales.
Fernández decidió además no asistir a la ceremonia en la sede del Parlamento en rechazo a la decisión de Macri de acudir a la justicia para dirimir la discusión.
Una jueza dictaminó que el mandato de la dirigente peronista termina en la medianoche del 9 de diciembre en respuesta a una medida cautelar que impulsó el presidente electo para que Fernández se vea impedida de tomar cualquier decisión desde el primer minuto del 10 de diciembre.
El presidente provisional del senado Federico Pinedo, de la coalición Cambiemos de Macri, ejercerá la primera magistratura hasta que el presidente electo asuma al mediodía del jueves y será quien finalmente le entregue el bastón y la banda en la Casa Rosada.
El gobierno saliente comparó el pedido realizado por Macri a la justicia con «un golpe de Estado». Allegados al líder conservador justificaron en tanto la presentación judicial en la necesidad de «clarificar la transición».
Ganador de la segunda vuelta electoral del 22 de noviembre, Macri pondrá fin a 12 años ininterrumpidos de kirchnerismo, el movimiento de centroizquierda creado en el seno del peronismo por Fernández (2007-2015) y su difunto marido y antecesor Néstor Kirchner (2003-2007). El periodo se caracterizó por un ejercicio del poder personalista, una fuerte intervención estatal en la economía y la implementación de amplios programas sociales.
Macri, un tecnócrata conservador que presidió el club de fútbol Boca Juniors y dejará su cargo de alcalde de Buenos Aires el mismo jueves, jurará como presidente ante la asamblea legislativa reunida en el Congreso a las 12 (1500 GMT). Luego se dirigirá a la casa de gobierno para recibir el bastón y la banda presidencial en un acto que está previsto a las 13.30 (1630 GMT).
Los vaivenes de la ceremonia han revelado la primera fisura dentro del peronismo desde la derrota electoral: mientras los diputados kirchneristas anticiparon que no estarán presentes en el recinto, los legisladores del peronismo ortodoxo adelantaron que participarán en la jura.
Macri asumirá el poder con varios desafíos por delante: una inflación de al menos 27% anual según economistas privados, restricciones a la compra de dólares, retraso cambiario, estancamiento del crecimiento, un déficit fiscal superior al 7% del producto interno bruto y el litigio en Nueva York con los llamados «fondos buitres», inversionistas estadounidenses que han demandado al país por títulos impagos de su deuda.
El conservador deberá evitar que las correcciones de los desequilibrios económicos generen un ajuste que altere los progresos en el ámbito social y disparen protestas.