No cabe duda que el 6 de diciembre de 2015 será recordado como la fecha de nacimiento de la nueva Venezuela. Ya el primer capítulo de la historia se escribió y no pudo ser mejor. Desde tempranas horas el pueblo abarrotó los centros de votación de forma espontánea con el único propósito de castigar a la cúpula roja gobernante y comenzar el cambio que el país reclama. Al final del día la MUD había doblado en diputados al oficialismo superando al PSUV por más de dos millones de votos. De nada sirvió la dictadura comunicacional más grotesca, el chantaje oficial más corrupto y el ventajismo más fraudulento. El pueblo se alzó contra el peor Gobierno de su historia.
El voto como herramienta y la unidad como estrategia quedaron reivindicados. La Tarjeta Única de la MUD fue la clave de esta victoria histórica dejando en ridículo a las jugarretas divisionistas patrocinadas por el propio Gobierno. Ojalá que aquellos dirigentes que de buena fe privilegiaron sus agendas personales sobre el interés colectivo, sepan leer los resultados e interpretar el contundente mensaje del pueblo. La Unidad es una política que requiere mucho sacrificio, pero hoy no cabe duda que es el camino acertado. Siguen siendo bienvenidos en la MUD que al final es la suma de todos.
La mala noticia para el chavismo es que Maduro no aprendió la lección y salió a decir que lo había derrotado la guerra que se inventó. Patético. Quiere atornillarse al poder calificando como «heroica» su votación minoritaria. Peor para ellos. El drama es que la derrota oficial se repartió equitativamente y no dejó parado a ningún enchufado de la cúpula roja. La familia Chávez perdió todo el estado Barinas. Diosdado solo logró salir por lista perdiendo los circuitos de Monagas. Tareck, Jorge Rodríguez y Ameliach perdieron en Aragua, Caracas y Carabobo respectivamente. Y ni hablar del terremoto electoral en Zulia y Táchira. El pueblo «guillotinó» electoralmente todas las cabezas de la revolución en un solo día. Así que el cambio de Gobierno y de rumbo es inevitable. Cuestión de tiempo.
El camino no será corto ni fácil, pero ya podemos decir que vamos en la dirección correcta para llegar a un tiempo de prosperidad y bienestar colectivo en democracia plena. La nueva Asamblea tiene el deber de reinstitucionalizar al país buscando los mecanismos para relegitimar los poderes incluyendo la presidencia. Todo en el marco constitucional pero con la urgencia política que la crisis amerita y el pueblo reclama. Sigamos unidos y concretemos el cambio definitivo por el bien de todos. Celebremos trabajando juntos por un mejor país.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
