Marasmo ofensivo que se prolonga. La crisis afecta casi toda la nómina y ayer fue otra vez evidente en la costosa derrota frente a un rival que despierta y persigue al bando larense. Van cuatro caídas al hilo y la situación se torna preocupante porque el mejor ataque del torneo ha dejado de producir en forma inesperada.
Si esa carencia en el ataque se funde con un pitcheo inestable las consecuencias pueden ser peligrosas en la búsqueda de puntos importantes en esta segunda ronda. El descontrol de Edwin Escobar es crónico y por eso un solo batazo del Caracas, doble de Cleuluis Rondón con las bases llenas, lo puso en desventaja 3-1 en el cuarto. En esa entrada llegó a tirar once envíos malos en fila y tuvo que vender en cuenta completa para recibir el tubeyote mencionado, con el saldo ya citado.
El relevo se contagió y en total entregaron ocho transferencias. Cardenales llegó al sexto con la pizarra cerca por dos carreras, y los de labores intermedias no alcanzaron a frenar al visitante.
Otra constante en varios de los últimos encuentros. Seis de los ocho boleados entraron en carrera por los Leones. La visita se desprendió definitivamente con cuatro marcas ante Luis Piña y Rómulo Sánchez en el noveno.
Luis Dorante tendrá que barajar sus piezas tratando de salir del slump colectivo. Paulo Orlando reventó tres cohetes, incluido su primer jonrón. Cardenales ya siente que le respiran en la espalda Caracas y Zulia, a uno y medio y dos respectivamente.
Viaje a oriente con una misión definida y en general difícil. Hay que despertar y recuperar el nivel perdido ante los líderes de la segunda ronda. Dos de los mejores tiradores del club, Raúl Rivero y César Jiménez enfrentan el compromiso de retornar a Barquisimeto montados en los .500.