«Una conversación es un diálogo, no un monólogo. Por eso existen tan pocas buenas conversaciones, debido a la escasez de posibilidades de que dos transmisores inteligentes se encuentren» Truman Capote.
Más allá de las habilidades comunicativas de cada uno, el arte de la conversación puede ser aprendido y potenciado. Los antiguos griegos daban gran importancia a ejercitar la oratoria y, en tiempos modernos, ya en 1875 Cecil B. Hartley mencionaba en su Guía de un caballero de etiqueta una serie de claves que siguen siendo vigentes, ya que lamentablemente aún hoy nos pasan por alto muchas de ellas.
Podemos resumirlas así:
1. Aunque estemos convencidos de que el otro está totalmente equivocado, en lugar de discutir es aconsejable cambiar hábilmente de conversación. Es absurdo pretender que los demás estén de acuerdo con nosotros.
2. Nunca hay que interrumpir ni anticiparnos a la historia de nuestro interlocutor. Saber escuchar es la regla dorada del buen conversador.
3. Evitemos poner cara de fatiga durante el discurso de otra persona, así como distraernos con otra cosa mientras está hablando. Hartley mencionaba como entrenamientos «mirar el reloj, leer una carta u hojear un libro». El equivalente actual sería la irritante costumbre de mirar el celular y peor, hacerlo constantemente.
4. La modestia nos ahorrará muchas antipatías. No hay que exhibir conocimientos, méritos o posesiones que haga sentir a los demás que se encuentran en inferioridad.
5. No es necesario hablar de uno mismo, a no ser que nos pregunten. Nuestros interlocutores se enterarán de nuestras virtudes sin necesidad que se las precisemos.
6. La brevedad es siempre más eficaz que entregarse a largos discursos o a historias aburridas.
7. Criticar o comparar unas personas con otras, así como censurar a los ausentes, puede parecer divertido, pero acabaremos causando una mala impresión.
8. Nunca hay que señalar ni corregir los errores en el lenguaje de los demás, aunque sean extranjeros, ya que se sentirán humillados por la observación.
9. No hay que ofrecer asistencia o asesoramiento a no ser que nos hayan pedido consejo expresamente.
10. El elogio excesivo crea desconfianza, pues nuestro interlocutor puede pensar que tenemos intenciones ocultas.
Como señala Anne Morrow Lindbergh «una buena conversación es como el café negro; estimulante y tan difícil de dormir después».
Al final, «la esencia de un buen diálogo es nuestra capacidad de entregarnos al intercambio con el otro como si se tratara de una coreografía. Los participantes hacen danzar juntas sus ideas, que se encuentran, se separan, para ampliar sus horizontes de opiniones y vuelven a unirse para crear nuevos significado. Es por eso que después de una conversación nos sentimos transformados. Nos hemos nutrido con nuevas ideas y hemos sometido nuestra propia óptica a un enfoque diferente que amplía nuestra comprensión sobre el mundo y sobre nosotros mismos» Francesc Miralles.
En su libro Conversación, el pensador Theodore Zeldin sostiene que «dos individuos, conversando con honestidad, pueden sentirse inspirados por el sentimiento de que están unidos en una empresa común con el objetivo de inventar un arte de vivir juntos que no se ha intentado antes».
Definitivamente, el mayor obstáculo para una buena conversación es la incapacidad del ser humano para escuchar al otro con inteligencia, habilidad y comprensión (Carl Rogers). Puesto que es uno de los pocos placeres que no requieren otra inversión aparte del tiempo, merece la pena recuperar este viejo arte para volvernos a sentir humanos. Además, este arte es uno de los más útiles en la vida de un Emprendedor.