Los resultados de las parlamentarias reflejan dos vitales factores: la realidad política no se doblega a intereses particulares y, en segundo lugar, Venezuela clama un cambio.
Quedaron atrás las longevas excusas del gobierno que trataban de endilgar a terceros responsabilidades que sólo a él le corresponden. El gobierno no se dio cuenta que aun siendo ciertos sus elaborados pretextos éstos caían en el riel de sus responsabilidades, le atañían sus soluciones… una vez leímos por ahí: “El gobierno se inventó una guerra y la perdió”.
Probablemente lo que quedó más claro es que existen dos países: uno que es el que da cuenta el gobierno con sus cuñas, propagandas, discursos, cifras y estadísticas; otro país que sencillamente se encierra en una sola palabra: realidad, al cual se le dio la espalda mientras imploraba se tratasen sus necesidades, sus demandas y exigencias. En lugar de ello solo recibió promesas, eslóganes, mucho entretenimiento político. Con un 75% de participación se puede afirmar que hay pocos dolientes a la manera en que se ha dirigido al país los últimos 17 años, el 75% celebra la posibilidad de cambio.
Otra implicación relevante es que denota la gravedad del gobierno. Con ese histórico porcentaje de participación se evidencia que gran parte del chavismo votó en su contra, no hay manera de demostrar lo contrario.
Este resultado es sin lugar a dudas la bombona de oxígeno más grande e importante que ha recibido la democracia venezolana, sumergida en un abismo de desinstitucionalización. El que la Asamblea Nacional recobre su autonomía conlleva no solo a la elaboración de leyes funcionales para todos, no para determinados intereses conlleva a que en su seno se comience a discutir la realidad, sobre todo conlleva a que se controlen los recursos públicos que administra el Ejecutivo Nacional, las políticas sociales, importaciones, los convenios internacionales, los tratados, en fin ¡no existe democracia si no existe separación de poderes!
En consecuencia, es por ello que el resultado del 6D se engalana mucho más. ¿Qué va ocurrir en la Venezuela post 6D? Un sinfín de cosas. 2016 se vislumbra como un año muy convulsionado en lo económico y, ahora, en lo político, el referéndum revocatorio es un mecanismo constitucional que seguro se activará, con resultados ahora predecibles. ¿Qué hará el gobierno? Tiene únicamente dos vías: mirarse su ombligo, seguir en la tónica de “radicalizar la revolución” o rectificar. El gran problema es que rectificar implica un gigantesco costo político, en cuanto no solo debe reconocer la validez de las reiteradas demandas de factores políticos y económicos opuestos, sino que su timón el Plan de la Patria, debe ser redireccionado, al menos en lo económico, pretender una economía centralizada, con bienes de producción colectivizados, importadora, exclusivamente dependiente del petróleo es inviable. Post 6D solo hay un veredicto, no ganaron los partidos ni líderes políticos… ganó el pueblo, ganó Venezuela.
