Sin duda la Venezuela del 7 de diciembre amaneció con un panorama político muy diferente. Las elecciones parlamentarias ocasionaron un terremoto en el sistema político que por 17 años estuvo dominado por el chavismo. Hasta el momento de escribir estas líneas la oposición tiene 99 diputados, mientras que el PSUV se queda con 46. El chavismo sólo ganó en estados pequeños como Delta Amacuro, Sucre, Guárico, Cojedes y Apure. Perdió feudos importantes como Barinas, Bolívar, Falcón, Vargas, Aragua y todas las parroquias capitalinas, incluso las más emblemáticas para el imaginario colectivo chavista como el 23 de enero, Catia y Antímano.
Los resultados evidencian lo que las encuestas de IVAD y Datanalisis habían pronosticado: El gobierno se quedó sin votos, como consecuencia de la grave situación económica que atraviesa el país y el deterioro brutal de las condiciones de vida, que produjo que en sólo dos años se pulverizaran los avances en la lucha contra la pobreza logrados entre 2006 y 2012.
El resultado expresa muy bien lo que veníamos sosteniendo: el sistema electoral no es proporcional, privilegia a la primera minoría, de tal manera que el partido que obtenga el primer puesto en la votación se lo lleva todo. La MUD aventajó al PSUV en voto popular por casi 2 millones de votos y además le arrebató los circuitos claves del país, beneficiándose así de la ingeniería electoral creada por el chavismo.
El sistema mayoritario forjado por el oficialismo afectó las opciones de triunfo de las candidaturas independientes, y explica la derrota de Eduardo Gómez Sigala en Lara, y de Edgar Contreras en Táchira. En el estado andino, la existencia de la candidatura independiente de Contreras y de Yosmar González por la MUD, dividieron el voto opositor y le dieron la victoria a Ricardo Sanguino candidato del PSUV.
De la victoria de la Mesa de la Unidad Democrática, se desprenden varios análisis importantes de cara a lo que nos espera para el 2016. En primer lugar es necesario destacar que con los datos que se manejan hasta ahora la MUD tiene mayoría simple, con la certeza de obtener la mayoría calificada (más de 101 diputados). Con este resultado, los diputados de la Mesa de la Unidad Democrática podrán designar a la Junta Directiva de la Asamblea Nacional, así como a las integrantes de las diversas comisiones, aprobar leyes de presupuesto y endeudamiento e incluso leyes orgánicas. También podrán realizar interpelaciones a funcionarios públicos y eventuales mociones de censura.
La MUD podrá cumplir una de sus promesas electorales más importantes, como es la Ley de Amnistía, punto principal de su agenda legislativa y que constituye un factor clave para comenzar el necesario proceso de reconciliación nacional.
No es poca cosa lo que está por venir, en tanto que la Asamblea Nacional saliente, delegó en el Ejecutivo su función legislativa y contralora, negándose a abrir espacios de discusión sobre los graves problemas que afectan al país.
En segundo lugar, es importante valorar la relegitimación que logró la MUD, como institución de coordinación política, después de todos los problemas internos que experimentó, que trascendieron a la opinión pública, en virtud de desacuerdos que iban más allá de candidaturas y que pasaban por los medios para oponerse al régimen. Finalmente, se impuso la tesis electoral de los moderados que consideraban que la victoria de la Asamblea Nacional, constituiría un espacio fundamental para construir una nueva mayoría.
A pesar de la amplia ventaja obtenida por la coalición opositora, el discurso de Chúo Torrealba la madrugada del lunes fue en un tono muy conciliador. Expresando su rechazo a la división entre los venezolanos, Torrealba afirmó que administrarían la victoria con “humildad, firmeza y responsabilidad”.
Por el lado del gobierno, Maduro atribuyó la derrota a la guerra económica, y siguió defendiendo el mismo argumento que le resto votos en su propia base de apoyo. No obstante, hay que destacar, que el Presidente dejó a un lado la beligerancia y reconoció la victoria de la MUD. Es explicable la sorpresa del oficialismo ante este nuevo escenario, pero resulta urgente que a partir de este momento el Presidente y el alto gobierno inicien un proceso de reflexión de cara a realizar las rectificaciones políticas y económicas que el país está esperando.
La elevada participación popular (74,25%) y el contexto de ventajismo oficial en el que se realizó la elección otorgan una gran legitimidad a la nueva Asamblea Nacional. Los venezolanos rescataron el valor del voto y abrieron el camino para que el sistema político retome los contrapesos necesarios para el funcionamiento democrático, en donde los poderes públicos se controlan entre sí y se tomen en cuenta las voces de las diversas fuerzas políticas que hacen vida en el país. Vencedores y vencidos deben estar conscientes de que el 6 de diciembre el país cambió.