Tashfeen Malik, una de los perpetradores de la masacre en el sur de California, tiene una razón adicional para su triste celebridad: se sumó a la larga lista de extremistas y asesinos trastornados que difunden sus horrendos actos de violencia por las redes sociales.
Un directivo de Facebook dijo el viernes que Malik, bajo un alias, elogió al grupo Estado Islámico a través de la red social poco antes o tal vez durante el ataque mismo.
La publicación de Malik recuerda la de otros violentos que claman por atención, como un periodista de televisión de Virginia que se filmó cuando abrió fuego contra dos colegas y colocó el video en el internet, o un hombre de Florida que mató a su esposa y publicó una foto del cadáver en las redes sociales.
Facebook, Twitter, YouTube y otras redes sociales hacen lo posible para bloquear o eliminar las publicaciones que exaltan la violencia, pero los expertos dicen que es una batalla desigual y que se vuelve aún más ardua con la aparición de nuevos servicios que permiten a la gente transmitir videos en vivo de cualquier clase de evento.
«Ahora todos tienen la oportunidad de hablarle a una audiencia más amplia», dijo Karen North, profesora de redes sociales digitales en la Escuela Annenberg de la Universidad del Sur de California. «El que comete un acto y quiere que la gente lo sepa ahora tiene los medios para promoverlo».
Las redes sociales no inventaron la violencia extremista, pero el grupo Estado Islámico y organizaciones similares se han vuelto diestros en el uso de las redes para difundir su mensaje, tanto para reclutar seguidores como para amenazar a sus enemigos. Pueden identificar rápida y fácilmente a los que comparten sus creencias, dijo Marcus Thomas, ex director adjunto de la división de tecnología operativa del FBI.
Como muchos adultos jóvenes, Malik, de 27 años y su esposo Syed Farook, de 28, parecían encontrarse a sus anchas en las redes. Un agente de inteligencia estadounidense dijo que Farook mantenía contacto en línea con extremistas islámicos, pero no hay indicios de que alguien del Estado Islámico se comunicara con Malik o diera orientación alguna para el ataque a un centro de servicios sociales de San Bernardino donde murieron 14 personas y 21 resultaron heridas.
YouTube, Twitter y otros servicios de internet emplean programas automatizados para detectar publicaciones que violan las condiciones de uso, como las que muestran o promueven la violencia. Alientan a los usuarios a denunciar la presencia de esa clase de materiales para poder revisarlos y eliminarlos.
Facebook se negó a hacer declaraciones el viernes, pero eliminó la página con declaraciones de la mujer que participó en la matanza de San Bernardino. Malik y Farook murieron horas después del ataque en un tiroteo con la policía.
La red social «ha sido medianamente eficiente al asegurar que los usuarios comprendan» que las publicaciones de texto o video que exaltan la violencia serán eliminadas», dijo Stephen Balkam, director del Instituto de Seguridad Familiar Online, una organización sin fines de lucro que colabora con Facebook y otros sitios para promover las prácticas más seguras para los niños.
Sin embargo, advirtió que «todas las normas del mundo serán insuficientes» si las compañías no las aplican con personal y recursos. Aun así, añadió, no siempre es fácil saber si conviene borrar algo.
Hace dos años, Balkam criticó públicamente a Facebook por retractarse de su decisión de eliminar un video en el que un hombre enmascarado decapitaba a una mujer. En esa ocasión Facebook dijo que permitió el video porque los usuarios lo compartían como forma de condenar la violencia atribuida a las pandillas mexicanas del narco, pero finalmente decidió que el video era demasiado repugnante y volvió a eliminarlo.
Otro problema: las publicaciones violentas pueden reaparecer después de que se las elimina. Un periodista de televisión despedido que mató a dos ex colegas en Virginia a mediados de año hizo un videoclip y lo publicó en Facebook. La red lo eliminó, pero alguien lo había copiado y lo publicó en otros sitios, dijo North.
Facebook prohíbe explícitamente los contenidos compartidos por «organizaciones peligrosas» dedicadas al terrorismo o a la delincuencia organizada. El problema es que las definiciones de terrorismo son muy variadas, dijo David Greene, director de libertades civiles de la Fundación Frontera Electrónica, que promueve los derechos digitales.
«La mayoría de estas zonas son más grises que blancas o negras, lo cual coloca a estas compañías en una situación muy difícil», dijo Greene.
El Senado estadounidense discutió recientemente un proyecto de ley que obligaría a las redes sociales a denunciar a las autoridades cualquier «actividad terrorista» que encontraran en sus sitios. Los adversarios del proyecto expresaron la duda de que las empresas privadas estuvieran capacitadas para decidir qué constituye una actividad terrorista. Representantes del sector tecnológico advirtieron que la norma generaría un exceso de denuncias a la policía y una sobrecarga de datos inútiles. El proyecto quedó en la nada.
Dada la penetración de las redes sociales, tal vez no sea casual que algunos criminales hayan publicado las pruebas de sus propios actos. Las autoridades dicen que adolescentes en Illinois, Michigan y California han publicado clips en los que aparecen cometiendo asaltos y violaciones, aparentemente para jactarse ante sus amigos. La policía dice que Derek Molina, de Florida, publicó en Facebook una foto del cadáver de su esposa con un texto en el que la acusaba de abusar de él. Fue condenado por homicidio simple hace unos meses.
Estos problemas son inherentes a cualquier red social, dijo el analista de tecnología Brian Blau. «Su negocio es el de conectar a la gente y desgraciadamente hay mucha gente terrible en el mundo».
Y con la aparición de apps para los videos en vivo como Meerkat y el servicio Periscope de Twitter, los promotores de la seguridad como Balkam temen que alguien los use para transmitir un hecho violento en vivo. Facebook está ensayando un artefacto similar que permite transmitir videos en vivo al mundo entero desde un teléfono celular.
Esto dificultará la tarea de las redes sociales, que deberán fortalecer sus sistemas para que los usuarios denuncien el contenido violento que fluye en vivo.
«Hablamos de tiempo real, de cosas transmitidas que habrá que denunciar y borrar en cuestión de segundos o minutos», dijo Balkam.