En una carta escrita en nombre de los más de 70 presos recluidos en la sede de Homicidios del Cicpc, ubicada en la avenida 20 con calle 34, se podía leer que se declaraban en huelga de hambre.
La medida era para exigir la visita de sus familiares, el pase de ropa, ser llevados a tribunales con regularidad y el traslado debido al hacinamiento en el cual viven.
Familiares estaban angustiados, pero de inmediato obtuvieron respuestas y según les prometieron los funcionarios, podrían hacer la visita cada quince días y tomarían en cuenta cada una de sus peticiones. Así, los reos levantaron su huelga.
Scarleth Castillo y María Rodríguez, esposas de dos internos que allí se encuentran aseguran que quienes están en el calabozo se turnan para dormir, algunos lo hacen parados otros sentados. Muchos tienen enfermedades como sarna, pues la celda es para diez personas y son cuarenta las que allí se encuentran.
Además de eso se quejan que no los sacan al baño cuando le piden y les toca hacer sus necesidades en las bandejas donde le pasan la comida, no se pueden bañar a diario y los que están debajo de las escaleras los tienen pasando trabajo, según manifestaron las damas.
Acudieron a Ministerio Público y Defensoría del Pueblo, pero no le tomaron denuncia formal y ningún ente acudió para verificar la información.
