El fanático no cambia ni de opinión, ni de tema
Winston Churchill
Arambulé es conocido en toda Patarata II porque en su negocio de la vereda 1, donde se echan las cervecitas, desembocan todas las opiniones en sana tertulia diaria, como en las barberías.
Allí llegan muchos chavistas aún, o simpatizantes del gobierno de Maduro, no se por qué, aunque cerca están los barrios Atilio Ravicini, Valle Lindo, unas invasiones y La Ruezga.
A propósito, luego de mucho tiempo, tropecé en el lugar con un viejo amigo cambiadísimo. Muchas veces le escuché decir que “adeco es adeco hasta que muera”, es decir, de la derecha de alta cilindrada.
Él, tan mayamero, ahora no abandona una franela roja con la Bandera Nacional, cada dos frases saca la Constitución del bolsillo, se la ondea a uno en la cara y vocea: “El pueblo unido jamás será vencido”; canta el Himno tres veces al día; cuando lo buscan del PSUV tira piedras encapuchado y habla golpeado.
¡Chavista o gobiernero! Quizás adiviné. Es decir, obediente al régimen militar de los colectivos. La oposición asimiló los signos que atribuye este gobierno. Como el comisario que de tanto perseguir a un prófugo terminó admirándolo.
En medio del delirio que iban causando las espumosas me hizo una pregunta embarazosa y grité: “¡Chávez vive!” Quizás evité que su voz se elevara un poco más de la que inició cuando el reencuentro. Es decir, logré huir.
Así son las cosas, expresaba el colega Óscar Yánez. Otro amigo no se pela una cadena de Nicolás Maduro ni un programa “con el mazo dando” de Diosdado Cabello, o “la hojilla” de Mario Silva. Hasta me llama por teléfono para que me adapte al grado de importancia que les atribuye, tal vez por el alto contenido de pureza gramatical o buenos modales, quizás por la sana orientación sobre las cosas buenas y pacifistas que existen en Venezuela.
Ahora ambos amigos andan asustados con ese cuento de que por fin este gobierno se va al perder las elecciones parlamentarias en diciembre, para muchos un hecho inminente, pues se acostumbraron a vivir bomba sin trabajar.
Lo que más me preocupa es que en medio de este fanatismo terminen dándole una puñalada a uno, o matándonos masivamente, más por idiotas que por malvados.