En una casa azul ubicada frente a la cancha de la comunidad Atilio Ravicini, transversal 4, parroquia Catedral, se celebraba una fiesta la noche de este domingo. Era el cumpleaños número 30 de Yonathan Rivas Torrealba. Invitó a sus familiares y amigos más allegados para la celebración que se extendió hasta la madrugada.
Un conocido de Yonathan llegó repentinamente a la fiesta con otros tres hombres que el cumpleañero no conocía. Uno andaba en moto y los otros en un vehículo Chevrolet Caprice, se estacionaron en el frente.
Según el relato de algunos testigos, estos hombres estaban pasados de tragos y llegaron con una actitud agresiva. Como en la casa estaban sus dos hijos menores y Yonathan no se sentía en confianza, les pidió que se fueran.
Estaban renuentes a irse, la discusión fue tan acalorada que llegaron a los golpes, pero sorpresivamente uno de esos hombres, identificado como Franklin José Jiménez Aguilar, de 28 años, desenfundó un arma de fuego y la descargó contra el cumpleañero hasta quedarse sin proyectiles.
Los familiares trasladaron a la víctima hasta el Hospital Central Antonio María Pineda, pero antes de que llegaran, falleció.
En la casa, otro grupo al ver que el pistolero se había quedado sin municiones, le propinó una golpiza y él se hizo el muerto. El grupo enardecido salió de la vivienda para intentar alcanzar a los otros tres sujetos que se habían ido en la moto, pero ellos se perdieron de vista.
Cuando los amigos de Yonathan regresaron a la casa, el hombre ya no estaba. Aseguran los vecinos que saltó hacia otra casa y salió en la otra cuadra, la transversal 3.
Allí lo atraparon los amigos de la víctima y nuevamente lo golpearon hasta cerciorarse de su muerte, también le propinaron varias heridas con objeto punzopenetrante.
Finalmente el vehículo Caprice, propiedad de Franklin fue lanzado en la quebrada de la Ruezga y lo prendieron en llamas.
El otro escenario
El linchado estuvo tirado en la acera hasta las 8:00 de la mañana de ayer cuando llegaron los familiares e informaron a la policía. La madre de Franklin estaba sentada en un banco al lado del cuerpo de su hijo, repetía que él no era malandro, no encuentra justificación para que lo hayan asesinado.
La señora no paraba de llorar mientras le contaba a los funcionarios del Cicpc que su hijo nació en Guanare, estado Portuguesa, pero estaba residenciado en El Ujano. Hacía transporte a los trabajadores de una panadería del este de la ciudad.
La última vez que lo vio con vida fue el domingo temprano, ese día la señora también estaba de cumpleaños y compartieron un rato.
En la noche él se comunicó con otro familiar y le dijo que estaba tomándose unas cervezas en una tasca en la calle 36. Al amanecer les notificaron sobre su muerte.