Cientos de miles de católicos kenianos afrontaron la lluvia y el frío para comulgar este jueves en la Universidad de Nairobi con el papa Francisco, que visita África por primera vez.
Aunque los fieles consideraron la lluvia como una «bendición de Dios», el tiempo no facilitó que la gente asistiera a la misa. Según la prensa local, unas 200.000 personas llenaron los jardines de la universidad de Nairobi y un parque del centro de la capital donde se instalaron pantallas gigantes. Una cifra muy inferior al millón de asistentes que se esperaba.
El mal tiempo es frecuente en este mes de noviembre, que coincide con la breve temporada de lluvias en Kenia. En general suele llover durante la noche y escampa al amanecer, pero este jueves no fue así.
Algunos valientes recorrieron, sin embargo, largas distancias para estar allí. «Es un momento muy importante en mi vida, porque nunca tuve la oportunidad de asistir a una misa del papa», explicó Paul Ndivangu, que vive en Nieri, a unos 200 kilómetros al norte de Nairobi, adonde llegó a las 04H00.
Antes de la misa, este hombre de negocios esperaba que el papa hablaría de corrupción, de medioambiente y de valores familiares.
«Hay demasiados divorcios, eso es malo», opinaba. «La familia es muy importante. Estoy muy feliz por estar aquí».
Sus deseos se cumplieron. Francisco, que llegó a bordo del papamóvil descubierto y fue acogido por cánticos y gritos, defendió a la familia en su homilía.
La solidez de la familia «es especialmente importante hoy en día, cuando asistimos al avance de nuevos desiertos creados por una cultura del materialismo, el egoísmo y la indiferencia», declaró el pontífice.
‘Lo recordaré toda mi vida’
Ante el estrado desde el que habló el papa, se habían dispuesto miles de asientos cuya mayoría estaba reservada a los invitados. A unos metros de ahí, los espectadores chapoteaban en la hierba fangosa, viendo a Francisco en pantallas. Miles de paraguas multicolores daban un aire festivo a la escena.
En todas partes se veían militares o policías, algunos de ellos armados. Unos 10.000 miembros de las fuerzas de seguridad fueron movilizados para vigilar el evento.
«Es muy importante para los católicos», consideraba Stephen Kola, estudiante en ingeniería en Nairobi y uno de los encargados de garantizar «el éxito» del acontecimiento.
«Para mí es importante estar aquí, porque quiero ver al papa y escuchar su mensaje», añadió. «Me gustaría que hablara de paz, de perdón, de amor y también de unidad».
En un país traumatizado por episodios de violencia étnica en los últimos años, el pontífice llamó a los jóvenes a «rechazar todo lo que conduce al prejuicio y a la discriminación», mientras se oían oraciones en suajili, el idioma nacional, y en masái, kiborana y turkana, unas lenguas locales.
Tras el final de la homilía, pronunció unas palabras en suajili que provocaron una ovación de los asistentes. Durante toda la misa, muchos fieles cantaron y bailaron.
Para la comunión, cientos de curas, que caminaban bajo paraguas sujetados por voluntarios, distribuyeron la hostia. La gente se juntaba a su alrededor formando pequeños grupos.
«Estaba aquí para darle las gracias a Dios en compañía de un sucesor de San Pedro. Era una oportunidad única», explicaba tras la ceremonia Peter Gachui, un empresario de Nairobi, que consideró «maravilloso» el discurso del papa.
«Nos ha animado como familias, como Nación, como distintas tribus y religiones, a trabajar juntos y a construir nuestros cimientos sobre la roca que es Dios», añadió. «Lo recordaré toda mi vida».