Capitalismo lunar – Más allá de 6-D

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La certidumbre en Venezuela se ha convertido en algo exótico, en un ave rara a la que casi nunca se le ve volar en la selva de secretos, manejos, presiones e irresponsabilidades que ha creado el actual gobierno. La información, el dato oficial, en tanto evidencia gélida de un fracaso inexorable, constatación de un saqueo mafioso y boliburgués ya difícil de ocultar, pretende ocultarse y silenciarse en la gaveta del miedo y la amenaza a quien se atreva a difundirla, como manda la Ley y la sensatez.

Por ello la planificación carga hoy en el país, el sabor de un lúdico e imaginativo acercamiento al porvenir, en el cual lo que hemos vivido en los últimos años, y lo que la “revolución” ha hecho y dejado de hacer, son quizá los únicos referentes fácticos para intentar responder a la pregunta que define nuestro ánimo cotidiano, esa criolla manera de abordar lo electoral: ¿Qué va a pasar el 6-D?
Cómo pocas veces en estos más de tres lustros lo han dicho los más experimentados encuestadores, hay una muy alta probabilidad de que la oposición obtenga una votación tal que le permita hacerse de una mayoría de diputados en la Asamblea Nacional. Aunque los seguidores del gobierno frunzan el ceño y más de uno sienta algo telúrico en el intestino, el clima de opinión pública en Venezuela, a estas horas caracterizado por un profundo deterioro económico, malestar por la escasez e inflación causada por las decisiones del gobierno de Nicolás Maduro, y no por la “guerra económica” (según revela la opinión mayoritaria de quienes sencillamente “no se comen ese cuento”) apunta a un cambio importante en la correlación de fuerzas políticas en el seno del Poder Legislativo.

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Los votos, los circuitos ganados o perdidos, las diferencias mayores o menores, los liderazgos locales, las maquinarias aceitadas con ilegales recursos públicos o el espontáneo y decidido deseo ciudadano de movilizarse por sus medios para votar, junto al impacto del malestar y descontento popular, entre otros factores, serán los elementos que determinen el adjetivo, tamaño y alcance de dicha mayoría.

¿Consecuencias de dicho resultado? Si el gobierno y sus principales actores aceptan los resultados que, como reflejo fiel de la voluntad de la gente exprese, registre, totalice y anuncie el CNE, avanzaríamos a una transición definida por la emergencia de un potencial contrapeso al Poder Ejecutivo, que lo controle, vigile y fiscalice, es decir, que cumpla el rol que ha dejado de desempeñar los últimos años.

La potencialidad o concreción de esa mayoría como contrapeso, vendría dada por las decisiones y acciones que el Gobierno, arrinconado, desesperado, aferrado al poder, tomaría para minimizar el impacto de su derrota. Despojo de facultades, gobiernos paralelos, argucias jurídicas, persecución judicial, modificación ilegal de normas, son preocupantes platos de un menú que ya el Ejecutivo ha cocinado a fuego lento con un costo político, social y económico que aumenta cada vez más.

Más allá del 6-D, la economía continuará su deterioro, gracias al obcecado delirio ideológico anti-empresa oficial.

La experiencia, el liderazgo, la unidad y la estrategia de los actores políticos, definirán el camino y el ritmo de los sucesos que vendrán, y que parece tendrán un nuevo objetivo del cambio político y democrático: Miraflores.

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