Los llamados municipios de la montaña están marginados y excluidos de los esfuerzos fundamentales del gobierno, acciones que sólo se dirigen a las zonas más pobladas, dejando a Urdaneta, Crespo, Andrés Eloy Blanco, Morán y Jiménez incluso Torres, discriminados de las políticas de desarrollo y de la atención de sus necesidades.
Así lo señaló Sobella Mejías, candidata de la MUD a la Asamblea Nacional y dirigente de Acción Democrática, quien critica que las políticas del gobierno no llegan a los municipios más apartados de la capital larense pues las propuestas oficiales se concentran y se quedan en las zonas más pobladas y convierten las bajas cifras demográficas en debilidades de los municipios foráneos.
La salud y la educación, como la seguridad, exigen con urgencia la atención del gobierno, no hay una ambulancia cómo trasladar a un paciente de Humocaro Bajo a El Tocuyo, de Baragua a Siquisique, con centros de salud de dotación deficiente. El populismo lleva tecnología novedosa a las escuelas donde no hay agua ni alimentación, con educadores subpagados.
El potencial de la agricultura y la ganadería está desperdiciado por ausencia de políticas que promuevan su aprovechamiento en la producción alimentaria que nos convirtió en importadores de rubros que pueden producirse en nuestros campos. Faltan créditos e insumos para el campo y se nota el error de la expropiación de Agroisleña, cuyos servicios a los campesinos no han sustituido y al contrario se volvieron una calamidad.
La inseguridad se ha hecho presente en las zonas de habitual tranquilidad y paz de los pueblos larenses, llevando el toque de queda a las zonas rurales y su gente también padece del miedo al delito.
Además de contribuir con los cambios estratégicos que producirá la Asamblea Nacional para la reinstitucionalización del país, seré la representante del campo, de los agricultores y los productores en nuestro parlamento, no solamente del estado Lara, sino de todo el país para dar verdadera vigencia a la frase de Alberto Adriani de sembrar el petróleo.
En los campos venezolanos hay una potencialidad de producción a la que se dio la espalda, comprando alimentos en otros países fomentando los empleos que se deben generar aquí, donde sólo se ha promovido el desempleo y la desocupación de los jóvenes, acercándolos a las tentaciones y peligros del ocio y el delito.
Debemos voltear la mirada al campo, a sus ciudadanos y sus necesidades y a su capacidad productiva y eso sólo es posible con leyes que garanticen políticas para la atención a las zonas rurales y mi compromiso es proponer en la Asamblea las legislaciones necesarias para lograr estos propósitos de incluir a las zonas menos pobladas en la aplicación de normas que las incorporen de manera igualitaria a los programas de desarrollo rural.
