Cambiemos

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La envidia es pecado capital. Pero no fue posible que el pasado domingo en la noche, no sintiera envidia ante el clamoroso triunfo del candidato opositor Mauricio Macri en las elecciones presidenciales argentinas. Fue en una segunda vuelta, llena de obstáculos para el candidato Macri, manipulaciones, ventajismo e incluso amenazas del oficialismo. Algo parecido a lo que pasa acá, aunque allá con instituciones más sólidas. Ese oficialismo soberbio, corrupto, que se creyó eterno, presidido por los esposos Néstor y Cristina Kirchner durante doce años, al fin fue derrotado. Los Kirchner fueron grandes amigos de Chávez, dicen que socios, populistas como el difunto de acá y ubicados en el eje del socialismo del siglo XXI. El domingo terminó la era Kirchner. Buen presagio para lo que viviremos en Venezuela el ya cercano 6 de diciembre.

Pero mi envidia no terminó sólo con el triunfo de Macri, también por la rapidez del anuncio del resultado. El candidato Daniel Scioli en gesto que lo enaltece como persona, reconoció su derrota y llamó al triunfante Macri para felicitarlo. Espero que acá quienes pierdan hagan lo mismo. En vez de amenazar con salir a la calle y constituir una junta cívico militar, en abierta violación con la Constitución Nacional, el régimen venezolano debe prepararse para reconocer sin ambigüedades el triunfo de la oposición, que desde ya anuncian todas las encuestas. El gesto de Scioli lo enaltece y se produce porque algún talante democrático conserva. El problema de nuestro régimen venezolano es que no entiende de instituciones, de talante democrático, de pluralidad de ideas, de libertad de pensamiento y de alternabilidad en el ejercicio del poder. Ignora que la alternabilidad en el ejercicio del poder es lo más saludable que le puede ocurrir a la democracia para perfeccionarla y consolidarla.

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Mauricio Macri fue en Argentina el candidato de una enorme coalición de partidos que adoptó el nombre de Cambiemos. Fundada este mismo año 2015, pero que venía gestándose desde uno o dos años antes. Se unieron los partidos políticos liderados por Elisa Carrió, Mauricio Macri y Ernesto Sanz. Hubo, desde luego, discusiones entre ellos, diferencias de criterios, pero se impuso por encima de todo eso, el interés superior de salir del agobiante y corrupto gobierno de la señora Cristina de Kirchner. No debe haber sido fácil llegar a esa coalición política hoy triunfante. Renunciaron a símbolos de los partidos coaligados, a intereses personales de sus dirigentes y concluyeron en esa gran coalición. Era crucial para Argentina derrotar el kirchnerismo. Lo hicieron. Buen ejemplo para los venezolanos. Cuando se entiende y se tiene claro lo que debe hacerse y se practica el desprendimiento personal y grupal, las cosas salen bien. Eso mismo ocurrió en la época de la Concertación en Chile, cuando se pudo derrotar a Pinochet. En el hermoso discurso al conocerse su triunfo, Macri dijo: “Ustedes lograron con su voto lo que parecía imposible.” Hagámoslo acá también. Si Argentina pudo, nosotros en Venezuela también podemos. Cambiemos a Venezuela.

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