Debo confesarlo públicamente, tengo mucho miedo al ISIS, al observar sus decapitaciones y actos terroristas contra seres inocentes, en verdad siento que están cumpliendo su cometido, sembrar el miedo. Imagino que al igual que yo millones de personas en todo el mundo sienten lo mismo y por ello centenares de miles de hombres y mujeres han apelado a un sentimiento de piedad y oran, esta actitud religiosa fundamentada en el amor me trae consuelo aunque sin neutralizar los miedos que me invaden.
Siento miedo porque a lo largo de la Historia de la Humanidad lo religioso siempre ha sido la fachada con la cual los poderosos ocultan sus intereses económicos y políticos. Pedro de Amiens fue solamente el instrumento de los señores feudales de Europa para expandir su influencia hacia el medio oriente. Millares de hombres, creyentes en Jesucristo y en la palabra infalible de Urbano II marcharon en Cruzada hacia las tierras santas causando muerte y estragos en gentes que ni sabían de Jesús y mucho menos de su tumba.
Tengo miedo porque como resultado de conflictos entre familias reales Carlos IX de Francia a instancias de su madre Catalina de Medici asesinó en masa a miles de hugonotes para eliminar la influencia en la Corte del Almirante Coligny, justificando esa masacre al atribuirla a la confrontación entre católicos y hugonotes. Fue en la noche de San Bartolomé y ese recuerdo, junto al de la Inquisición me produce miedo, porque siempre detrás de las fachadas religiosas está la urdimbre de intereses terrenales y no espirituales.
Siento miedo porque al mismo tiempo que mucha gente en las redes sociales invita a rezar, muchos otros se han enzarzado en polémicas sobre guerras, genocidios, bombardeos y decenas de atrocidades que han cometido sobre la faz de la Tierra países poderosos en contra de países pobres, verdades unas sobre las otras pero que jamás, nunca, de manera absoluta y categórica justifican el terrorismo.
Tengo miedo porque además se está levantando en el mundo occidental un odio ciego y sordo hacia quienes profesan la religión musulmán, sin detenerse a pensar que estos creyentes en Alà, el mismo ser que nosotros llamamos Dios, acatan principios morales de piedad idénticos a los nuestros, los cristianos.
Incluso en El Corán se nombra más a Jesús que a Mahoma y se le reconoce como a un profeta que aun vive.
Siento miedo porque al fanatismo islámico, que lo hay y es sumamente peligroso y debe ser neutralizado cuando se enlaza con la guerra asimétrica que por ejemplo desarrollan Al Quaeda e ISIS, se responde con un fanatismo que contradice el alto nivel ético que han alcanzado las iglesias cristianas a nivel mundial, con todo y algunos bemoles que lamentablemente persisten.
Tengo miedo porque luego del atentado en París entramos en una espiral de polémicas donde la furia está opacando la necesidad de orar. Por ejemplo, me atreví a colocar en el muro de una amiga, en feibu, una carta de un musulmán pidiendo perdón porque frente al atentado ellos no habían salido a la calle a protestar y una buena mujer me respondió, obviamente sin entender quien era el emisor, que porque yo no me dedicaba a matar musulmanes y dejaba quietos a los cristianos. Tengo miedo, la tercera guerra mundial está en marcha y lo más grave es que ni siquiera tenemos claro quiénes son nuestros enemigos. Dios, a ti invoco luz y protección.