Mensaje de un colega

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Hace pocos días recibí un mensaje de texto de un colega en mi celular, en donde expresaba su inconformidad o impotencia al salir de una intervención de neurocirugía a las 11.30 p.m de un domingo en una clínica privada del centro de Barquisimeto. Estaba en compañía de dos colegas ayudantes de la misma especialidad.

Me imaginé que posiblemente era una emergencia de una herida de bala en cráneo o columna, una lesión por accidente de tránsito o la descompensación de algún paciente hospitalizado por alguna causa neurológica.

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Ese colega me relataba que no tenía cottonoides (una especie de algodones que absorben la sangre o líquido en las operaciones de neurocirugía y que son muy necesarios para una buen técnica de seguridad quirúrgica y evitar complicaciones en este tipo cirugía), no tenía cera de hueso (muy necesaria para taponar sangramiento del tejido óseo), no tenía mechas (especie de puntas de metal gruesas para abrir el cráneo con un aparato llamado craneotomo), es decir, materiales elementales para cualquier operación de neurocirugía, nada sofisticado para el que conoce esta área. Posiblemente la administración de la clínica no los tenía por la gran escasez de material médicoquirúrgico que reina en todo el territorio nacional y que esta afectando a todo el gremio médico, pacientes y familiares y a todos los niveles de la sociedad (esto no es una guerra médica).

Todo esto me hizo recordar mis angustias y malos ratos que he pasado en estas mismas situaciones en los hospitales públicos en los cuales he trabajado y servido como obediente trabajador, pero reclamando mis derechos y de los pacientes, “sea como sea”… Pero esta situación ha empeorado en los últimos años le guste o no le guste a los gobiernos o gobernantes de turno o a las autoridades de salud del momento o de “por ahora”.

Si esto pasa en una clínica de cierto prestigio, ¿cómo será en otras o en hospitales públicos de esta Venezuela, del “sea como sea”?

¿Será que retrocederemos a la época de los faraones egipcios o Incas peruanos, que utilizaban el “tumy” una especie de mecha con punta de piedra para abrir el cráneo y sacar al “diablo o el mal” que ellos pensaban cuando una víctima se sentía mal por algo de la cabeza o tenía un trauma craneal? En ocasiones salía un coágulo de sangre y la víctima sobrevivía (en la medicina actual sería un hematoma epidural o subdural).

Colegas, cada uno en su especialidad o en el lugar de trabajo que se encuentren tendrán que inventar, corregir, crear, ingeniar, improvisar, idear, innovar, imaginar o fantasear, para poder salir de la situación del momento, pues en sus manos siempre estarán los pacientes y los familiares con la esperanza de que todo salga bien. Eso sí, decir siempre la verdad y la realidad del momento.

Siempre hay que exigir por las buenas, la mejor calidad del acto médico a veces no está en nuestras manos poder resolver los problemas cotidianos en el área de la medicina, pero siempre, “sea como sea”, reclamar y exigir los derechos de todos a todos los niveles de la administración o de la política, pública o privada.

Como en todas las áreas hay oídos sordos, pero esto es motivo para seguir en la lucha por “vivir y servir” a los demás.

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