Casa Hogar Divina Pastora resiste ante la crisis

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Fernando Hernández y su esposa Yenis Castillo, comparten el amor de Dios y lo dan sin medida en un cálido hogar donde se han dedicado a formar en valores a 10 pequeños, de los cuales dos son hijos biológicos pero es imposible que puedan distinguirlos entre los demás, porque los aman a todos por igual.

Esta obra creada hace 20 años, le fue encomendada a esta pareja por parte de su fundador monseñor Omar Ramos Cordero, quien falleció en el año 2012 dejando un legado imborrable.

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En efecto se logró el cometido. Esta asociación civil sin fines de lucro, ha dado frutos muy positivos en las más de 20 vidas que en el caso de la Casa Hogar Divina Pastora, llegaron allí para ser rescatadas luego de ser niños abandonados por sus padres o encontrados en situación de vulnerabilidad y al cumplir mayoría de edad demostraron ser hombres de bien.

Quienes tienen la fortuna de formar parte de la Casa hogar Divina Pastora, han llegado desde los 7 años de edad, sin embargo, a los 18 años deben emprender un nuevo camino en sus vidas donde colocarán en práctica cada enseñanza bíblica impartida para formar incluso su propia familia, trabajar y formarse a nivel universitario dando ejemplo de que Dios puede lograr transformación de vidas en función de una sociedad mejor.

Entrar a esta casa, es respirar un ambiente de tranquilidad y espiritualidad.

El corazón de esta pareja es tan grande como la misión asumida, pues aunque anteriormente contaban con 20 infantes a quienes criaban y les daban cobijo en un ambiente de familia sustituta, ahora se han visto en la obligación de sólo tener bajo su cuidado la mitad de esta cantidad de niños y jóvenes ante la crisis económica que en este momento también afecta a todas las obras de caridad.

La estructura física es una casa ubicada a 1.700 metros de distancia luego de pasar el puente Macuto en la vía hacia Río Claro se observa un letrero blanco con letras azules a mano derecha.

Un milagro

Historias de jóvenes allí atendidos dan cuenta del milagro que significan sus vidas. Uno de ellos llegó a los siete años de edad a la casa hogar, a través de una señora a quien la madre del niño se lo entregó por no tener los medios para criarlo.

Hoy en día, al cumplir su ciclo en la casa hogar y alcanzar la independencia, buscó a la señora que un día lo dejó allí.

Enfrentan la crisis

“Estamos a la expectativa porque un plato de comida no es tan fácil, cuesta conseguir el menú con los altos precios en la comida, la escasez…”, relata Hernández.

Rezar el Padre Nuestro era la mejor solución que aplicaba monseñor Ramos Cordero cuando se tratata de hacer frente a las necesidades. Con Dios, las cargas son más leves.

-¿Qué significaría cerrar las puertas de la casa hogar, luego de 20 años de esfuerzo?
– No queremos ser tan pesimistas. Incluso con ese escenario de acuerdo a la ley, la Defensoría del Pueblo se encargaría de reinsertar a los muchachos con alguien que los pueda asumir o con otras casa hogar.

Fernando Hernández cuenta que un estimado de 10% era lo que la empresa privada les aportaba en tiempos pasados en cuanto a los insumos necesarios para la manutención de los jóvenes.

Las otras ayudas que aún afortunadamente llegan, provienen de los religiosos que conocieron de la labor social de monseñor Ramos Cordero: sacerdotes, monjas y laicos comprometidos quienes no dejan en el abandono a esta obra reuniendo ropa, zapatos y sobre todo alimentos.

El tiempo para la atención de los jóvenes se les ha reducido significativamente pues deben rendirlo al máximo para hacer enormes colas y cubrir sus necesidades alimenticias.
Como organización registrada en la prestación de este importante servicio, cuentan con una estricta vigilancia por parte de la Defensoría del Pueblo (cada tres meses) para conocer las condiciones en las cuales viven los niños y su alimentación.
“Aunque nos dicen que estamos trabajando bien, nos animan a seguir adelante luchando, porque también reconocen que no ha sido fácil”, comenta Hernández.
Recuerda que la merma en las ayudas recibidas por almas caritativas ha sido tan notoria que por lo general en el mes de diciembre contaban con los llamados padrinos, quienes cada año los vestían completo para la Navidad a cada uno y desde el diciembre pasado ya no tienen esa ayuda.
“Cuando necesito algo llamo a la gente que conoce la obra y hacen lo posible por ayudarnos, personas como Oscar Dorante, Víctor Angulo, la familia Figueroa, y muchos más”.

Otras personas anónimas quienes no se apegan a lo material, han permanecido firmes en cuanto a proveer para los gastos de servicios básicos en la vivienda.

A los pagos corrientes se suma el sueldo mínimo que devenga la señora que prepara los alimentos y quien, al ver la necesidad, opta por ayudar en la limpieza y el orden, “aun cuando no le corresponde”.

Entre tanto, la educación la tienen gracias a las escuelas y liceos públicos del sector El Manzano.

Se repite la formación

Hernández recordó cuando fue asistido y formado por monseñor Ramos Cordero en la Casa Hogar Corazón de Jesús durante 42 años. Le agradece a él y a su obra ser mano firme en su camino. Mientras compañeros del sector donde vivía se perdieron por el mal camino, él consiguió sabia orientación.

“Mis padres murieron y él (monseñor) me enseñó los valores de papa Dios, y ahora me doy cuenta como esto hizo que yo no me perdiera”.

Hoy, el bien recibido se repite en la historia de estos niños que hallaron gracia en esta familia y su futuro se encamina hacia un rumbo mejor.

-¿Qué pediría a quienes lean este artículo?

Bajó el rostro y con actitud humilde, dijo: “Bueno que nos ayuden con cualquier cosa y que Dios les pague, estamos a la orden para que conozcan la obra. Para nosotros el regalo del Niño Jesús es sagrado, es una tradición para nosotros y buscamos los medios necesarios para que el 24 en la noche el regalo con el nombre de cada uno esté debajo del árbol.

Prácticamente el 24 de diciembre era el día más feliz de monseñor Ramos Cordero y él nos dejó ese legado”.

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