Ciertamente, tal como lo dijimos en la entrega anterior, nunca en 16 años el oficialismo estuvo abajo en las encuestas como hoy. Pero la camarilla gobernante tiene demasiado poder político, control de las instituciones y ansias desmedidas de mantener la mega corrupción roja. Todo el abuso de poder y el ventajismo que le toca enfrentar a la MUD, con un tremendo cerco de censura del latifundio de medios controlados por la hegemonía comunicacional reaccionaria del Psuv, requiere mucha claridad en el objetivo inalterable de ganar abrumadoramente estas elecciones parlamentarias a pesar del CNE parcializado, a pesar del enorme poder económico de la corrupción que tenemos en contra. Hoy, más que nunca, claridad y firmeza junto con la serenidad de no dejarnos provocar. Mucha unidad. Mucha organización del pueblo. Comunicación alternativa para romper el cerco de censura y silencio. Nunca perder el foco de mantener nuestra agenda, la de las preocupaciones legítimas del pueblo, contenidas en el Compromiso con los Larenses, suscrito por todos los candidatos de la Unidad. Y como detalle adicional, vencer el derrotismo estéril y la desesperanza inducida. “No es fácil”, diría El Ciudadano, pero vamos bien a pesar de carencias y debilidades, que también las tenemos.
Mucha gente, incluso dirigentes, en el PSUV, comprende que van de salida. Hay algunos, incluso, que en privado usan una expresión más dura: “El Titanic se hunde y esto ya no tiene remedio”. Lo comentan entre ellos y muchos más los que son elocuentes con su silencio. La camarilla roja gobernante, sin embargo, y algunos más, se empeñan en no aceptar la decisión que ha tomado el pueblo de optar por el cambio. Saben – aunque culpen de todo a todo el mundo – que la culpa es suya por su fracaso, por no haber sabido ni querido corregir el rumbo. Por haber destruido a la industria y al agro que eran productivos en lugar de mejorarlos. Por el absurdo y retrógrado estatismo salvaje. Por los desmedidos y muy corruptos controles. Por el derroche, la regaladera y la corrupción. Por tanta desidia y dejadez.
Se puede comprender que hagan esfuerzos por tratar de mejorar algo en el resultado electoral adverso que ven venir. Aunque no pocos están ocupados en preparar la retirada, dejando a los suyos abandonados. Lo que es muy dañino para el país e incluso para ellos mismos son los que incurren en atropellos, abusos, violaciones de derechos humanos para tratar de frenar lo que ya no es posible: Una estruendosa derrota el 6D. Al cambio le llego su hora. Algunos, por fanatismo obsesivo, dicen que “la revolución debe quedarse para siempre”. Para empezar, ¿Cuál revolución? El resultado real hoy es involución, atraso, retroceso, ruina productiva, pérdida de soberanía nacional. Demasiadas cosas mal hechas en dieciséis años arrojan pésimos resultados hoy. Y en todo caso, lo que piensa hoy el pueblo, pese a tanto controles y tanta censura, es que viene un cambio. Dentro de lo que fue “la revolución” debe levantarse una fuerza que asuma y diga que todo tiene límites. Que esa fuerza política tiene futuro si rectifica, si asume el rol de una oposición democrática y mientras menos atropello y abusos cometan hoy. No prestarse para atropellar a la gente. Marcar distancia con los violadores de Derechos Humanos. La lista de los que se van a cantar en el Norte sigue creciendo. Ninguno de esos son héroes, sino lo contrario. Y también crece la lista de los que van acomodando sus cuentas en los paraísos fiscales dejando en abandono a los pendejos que les creyeron y a quienes usaron. El cambio viene y tiene fecha y lugar: 6D, Abajo y en la esquina izquierda del tarjetón.