Sea Noel Sanvicente u otro entrenador, el encargado de las riendas de Venezuela se encontrará con una encrucijada una vez reinicie el camino clasificatorio para Rusia 2018, en marzo del próximo año.
Los resultados de las cuatro primeras jornadas enterraron las posibilidades de la Vinotinto, por más que los matemáticas digan lo contrario. El saldo de cero puntos combinado con el buen arranque de los llamados rivales directos como Ecuador (12), Uruguay (9) y Paraguay (7) oscurecen el panorama, más allá que el calendario tenga pendiente 14 partidos y quede una buena cuota de puntos por disputar.
El bache por el cual atraviesa la selección venezolana, palpable desde la Copa América de Chile, pese al triunfo sobre Colombia (1-0), parece no tener solución a corto plazo, luce como un “problema” que no solo involucra el tema de estrategias o planificación de un DT, sino que arrastra elementos como el inicio del descenso en el pico del rendimiento de jugadores hasta hace poco muy útiles y productivos.
El recambio generacional parece impostergable, sea cual sea el precio. Jugadores como Rómulo Otero, de buenos minutos en el duelo contra Ecuador, o Juan Pablo Añor, ficha del Málaga español, reclaman espacio y protagonismo, y parece el momento de entregarles el testigo.
Ahora bien, ¿se decidirá Sanvicente?. ¿O lo hará el estratega que lo reemplace si finalmente decide dar un paso al costado?.
¿Qué es lo más sensato y conveniente? Toca decidir entre seguir con el mismo grupo -del que Sanvicente se ha quejado una y otra vez y al que acusó de no respaldarlo- o comenzar por darle minutos a los jóvenes que piden pista, ya pensando en el proceso clasificatorio para Catar 2022.
Decisión difícil, cómo no, pero inaplazable. Parece el momento de ir por nuevos aires. No se trata sólo de director técnico, también toca a los jugadores.
“El rey del regalo”
Ha sido denominador común de Sanvicente escudarse en los errores de sus jugadores para justificar las derrotas, sin asumir culpas y equivocaciones. Una declaración más fuerte que la otra.
Daba la sensación de que las cosas no estaban bien entre el técnico y sus dirigidos, asunto que se confirmó con las frases de su última comparecencia de prensa.
“Desde que llegué a la selección parezco el rey de los regalos, todos los goles nos los hacen por regalitos”, fue el primer “mísil” dirigido a los futbolistas, para rematar con algo no menos alarmante: “El respaldo lo dan los jugadores cuando se gana, con la intensidad y la agresividad en el campo, y no lo siento”.
La señal es clara: no hay confianza del técnico con los suyos y va a ser difícil que se pueda remediar. Por eso, aunado a la falta de capacidad para darle vuelta al mal momento, parece un acto de sensatez y muy sano que Sanvicente entregue el timón.
Responsabilidad compartida
Todas las flechas apuntan a Sanvicente, pero no es el único responsable. Sus desatinos están a la vista, especialmente en el tema de los planteamientos para cada partido, los yerros en la confección de alineaciones y en la ejecución de algunos cambios, pero también los jugadores le echaron por la borda todos los partidos.
Por eso debe establecerse una responsabilidad colectiva, algo que asumió, con liderazgo, el defensor Oswaldo Vizcarrondo, en la zona mixta del Cachamay tras el cuarto revés de las actuales eliminatorias.
“Cuando llegamos a un momento tan trágico como este, hay responsabilidades compartidas, nadie se puede liberar de lo que está pasando y creo que tanto el cuerpo técnico como nosotros debemos asumir responsabilidades”, soltó el experimentado zaguero, a lo que se unió Tomás Rincón en una líneas publicadas a través de su cuenta en Twitter. A todos le cae por igual, por más que la cabeza que vaya a rodar -si es que ocurre- sea la de uno.
Por ahora, quedar esperar el duelo contra Perú, en marzo del año próximo, para intentar una sacudida.
Foto: AP