Las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre son un evento de una gran importancia. Pero no es serio hacerles creer a los ciudadanos que con esas elecciones van a resolverse todos los problemas que están afectando la vida de los venezolanos.
El año que viene, o sea, el año 2016, se anuncia como un tiempo muy complicado. A los problemas políticos de confrontación y de polarización extremas se agregará uno nuevo, que es el conflicto institucional que puede presentarse entre las diferentes ramas del poder público.
La crisis económica que se manifiesta en inflación y recesión ha tratado de ser disimulada en los últimos meses para que no haga tanto daño electoral. El año que viene es de presumir que esa crisis será más grave todavía, con su secuela de escasez y alto costo de la vida.
El empobrecimiento general seguirá creciendo. Es decir, cada día habrá más pobres y el reclamo de justicia puede conducir a desórdenes sociales preocupantes.
A todo eso tenemos que agregar la inseguridad, la violencia generalizada y la corrupción que nos abruma por todas partes.
Frente a ese panorama, tres instituciones muy estimables, la Fundación Alberto Adriani, la Casa de Arturo Úslar Pietri y el Centro de Políticas Públicas Arístides Calvani (Ifedec), hemos presentado un documento denominado “Frente al 2016”, en el que sostenemos que los problemas de Venezuela, con todo lo grave que son, tienen solución y para resolverlos proponemos una agenda de unidad nacional con cuatro puntos fundamentales: fortalecer la democracia y el tejido institucional de la República, reactivar el aparato productivo interno y la generación de empleo, desarrollar un amplio programa social que proteja a los sectores más pobres de los efectos de la crisis y, finalmente, promover una política de reconciliación nacional.
Estamos convencidos, los que suscribimos el documento, de que una de las condiciones básicas para superar la crisis venezolana es sustituir la cultura de la confrontación y de la polarización extremas por una cultura de la cooperación entre los más variados sectores de la vida nacional.
Y no se trata por cierto de copiar recetas marxistas o neoliberales. Se trata de hacer predominar en nuestro país una economía social y ecológica de mercado como la que hizo posible la reconstrucción de Europa después del desastre de la Segunda Guerra Mundial.
Seguiremos conversando.