El acuerdo de la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional solicitándole al Tribunal Supremo de Justicia que investigue a las autoridades universitarias sobre el paro de profesores que exigen condiciones mínimas para poder comenzar las clases, está claramente orientado a intervenir las universidades autónomas, porque las autoridades no han llamado a paro alguno.
El problema es gremial porque el gobierno se ha negado a discutir la tabla de sueldos y salarios de los trabajadores de las universidades, que atienda a las necesidades perentorias de viven profesores, empleados y obreros, por los bajos ingresos asignados que no les permiten cubrir la cesta alimentaria y menos la básica.
En la totalidad de los países donde se han instaurados regímenes totalitarios mediante golpes de Estado, en la historia contemporánea, o a través de asaltos al poder, una de las primeras medidas represivas las han dirigido contra las universidades, especialmente contra aquellas que disfrutan de autonomía. Y en algunos casos como el que estamos viviendo en nuestro país, cuando se pretende imponer un régimen de pensamiento único, y no se les puede controlar desde adentro, porque sus candidatos han sido derrotados en las pocas elecciones que se han realizado, se les trata de ahogar económicamente restringiéndoles el presupuesto que por ley les corresponde, o interviniéndolas por la fuerza para someterlas a los planes dictatoriales del gobierno.
La suma de agresiones a la Universidad Central de Venezuela, la ULA, LUZ, UDO, USB, UnexpoO y otras casas de estudios superiores como la UPEL en varias ciudades del país, sin lugar a dudas que responde a una política, por demás equivocada, del gobierno del Nicolás Maduro para tratar de someterlas y obligarlas a ponerse al servicio de su ¨proyecto revolucionario¨, que denominan Socialismo del siglo XXI, a pesar del fracaso que el mismo experimentó en todos los países del este de Europa y en otras naciones del mundo, donde regímenes tiránicos intentaron implantarlo.
La utilización de grupos paramilitares para aterrorizar a estudiantes y profesores y crear las condiciones de anarquía provocada por la violencia, para después de acusar a las autoridades de ser las responsables de una supuesta o real ingobernabilidad, seguramente esté dirigida para luego propinarles el zarpazo definitivo, posiblemente ordenándole al TSJ una aparente intervención legal, porque la Asamblea Nacional ya está moribunda y no puede emprender una modificación de la Ley de Universidades o de Educación en general, para destituir a las autoridades electas democráticamente y proceder a su intervención militar. Y aunque el dogmatismo estalinista les haga creer que poseen la única verdad que existe en el mundo, para imponerla a los centros de la inteligencia, donde no sólo se cultiva la ciencia, la tecnología y el saber humanístico, sino también el pensamiento crítico, la paz y la democracia, podrán ocuparla militarmente y atropellar estudiantes y profesores, pero no lograrán ponerla al servicio del atraso, del personalismo y del militarismo.
En una época en que el conocimiento se duplica cada dos años, el grupo de dogmáticos formados en los manuales de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, que asesora al Comandante en Jefe, lo empuja cada día más hacia un desbarrancadero, aprobando políticas económicas y sociales que profundizan la recesión económica, la inflación, el desempleo y la inseguridad de las personas y los bienes, liquidando paulatinamente la propiedad privada. Y como la Universidad Autónoma sigue siendo el centro crítico de la política y de la cultura en general, contrariando la verdad única que cree poseer el heredero del poder y jefe de quienes le acompañan en el gobierno, no encuentra otra forma de enfrentar la inteligencia que dirige la Universidad, que la utilización de la violencia.
De allí las múltiples agresiones de que han sido víctimas las Universidades Autónomas, desde que el extinto Hugo Chávez decidió radicalizar su proyecto político dirigido a controlar todos los Poderes Públicos y las instituciones de la ciencia y la cultura, históricamente llamadas a enfrentar la barbarie del caudillismo militarista, disfrazado de socialismo del siglo XXI, que el Presidente pretendió imponerle a los venezolanos. Pero como lo indica la experiencia, todavía reciente, del fracaso de los Hitler, Mussolini y Stalin, que pretendieron someter a sus naciones a los delirios de sus mesianismos, de sus demencias de grandeza, e incluso de nuestro General dictador, Marcos Pérez Jiménez, que inventó un «Nuevo Ideal Nacional», para tratar de engañar incautos y perpetuarse en el poder, el ¨comandante eterno¨ cuando agredió a la Universidad también fracasó, con su socialismo del siglo XXI, impregnado de un poco de fascismo, comunismo y caudillismo tropical. Con mayores razones Nicolás Maduro será derrotado por la Universidad que propicia la democracia y la paz, como lo será de una manera rotunda en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.