Gotas de opinión – Prohibido conversar

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Todas las dictaduras se caracterizan por su temor a lo que piensa la gente. Peor aún si ese pensamiento se difunde a través de cualquier medio.

La restricción de actividades como las reuniones y manifestaciones públicas, la inhabilitación de partidos políticos democráticos y la persecución a los dirigentes políticos opositores, son prácticas comunes de casi todos los modelos de dictaduras. Algunos regímenes totalitarios llegan más lejos:

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complementan ese cuadro con la organización de escuadrones de la muerte al mejor estilo de “El hombre de la etiqueta”, personaje caracterizado hace varios años en una telenovela transmitida en todo el territorio venezolano, la desaparición de reconocidos y destacados líderes democráticos y, por supuesto, el exilio forzoso de quienes se ven obligados a huir del país respectivo. Exilios que también sufren los funcionarios gubernamentales, cuando éstos se asquean de tanta perversidad, como es el caso del fiscal 41° con competencia nacional, quien presuntamente participó en la preparación del caso que llevó al dirigente Leopoldo López a una condena de 13 años.

En el caso de Venezuela, en lo que respecta al actual régimen militar, rodando ya en los carriles de una dictadura, casi todas las prácticas mencionadas están en plena ejecución. Sin embargo, la primera dictadura del siglo XXI que retrotrae a Venezuela al oscurantismo decimonónico, se caracteriza por su perversidad creativa. Últimamente, ante la posibilidad cierta de que la tiranía empiece a desmoronarse, el miedo de los gobernantes se traduce en una constante amenaza contra todo lo que a ellos les parezca oposición.

Entre las “perversidades creativas”, hace tiempo que la vocación dictatorial ha puesto de moda los más insólitos montajes, para encender sus barriles de basura y utilizar el humo como cortinas, para ocultar las calamidades que está padeciendo el pueblo. Calamidades que al ser recordadas por líderes de la oposición, a éstos se les pretenden atribuir intenciones desestabilizadoras. Esto lo escuché en un programa que modera un dinosaurio que vivió muy bien en la “cuarta república”. Un revolucionario de cartón, enchufado en el régimen castrense, y que ahora asegura que la oposición está fraguando un paro petrolero. ¡Vaya grado de protervidad nacifacista!

La última perla terrorífica de la dictadura venezolana, violando la constitución y todas las leyes pertinentes, es la grabación de conversaciones telefónicas privadas, para luego manipularlas y tergiversarlas, con el perverso propósito de seguir enjuiciando a personas inocentes. De este modo, el gobierno dictatorial pretende prohibir hasta las conversaciones. De ahora en adelante, la gente ni siquiera podrá comunicarse telefónicamente a vía Internet, porque la dictadura tiene “pilla’o” a todo el mundo. ¡Nunca en Venezuela un delito de tal índole, a la usanza de Hitler, fue utilizado para amedrentar al pueblo venezolano! La única manera de desmontar esa peligrosa trampa –la vía más inmediata, por ahora–, es aplicando el poder del voto. Esto lo podemos hacer el seis de diciembre. Vamos todos a votar y veremos halagadores resultados. El pueblo le puede poner plazo fijo a la dictadura.

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