A voluntad propia y con el permiso de mi admirado y respetado amigo Dr. Francisco González Cruz, académico, escritor y buen amigo, me identifico ciento por ciento por su forma de actuar y escribir, porque nací al pie de la Cordillera Andina y con grato recuerdo me viene a la mente este lenguaje que en mi niñez era el mismo y que aún queda en la zona una buena porción de esta cultura y ese respeto que no le hace daño a nadie.
“Para servirle”, contesta el saludo la gente de mi tierra. A la pregunta “¿Cómo está el amigo?”, se contesta: “Muy bien, para servirle”. A la expresión “Le presento a fulano”, se responde: “Ah, mucho gusto, para servirle”. Es la fórmula de cortesía acostumbrada que –a Dios gracias– se mantiene viva, y que guarda una valiosa significación de lo que era –y es en gran medida– el concepto de servir en la tradición andina.
En las culturas de base agrícola, la ayuda mutua, el trabajo compartido, la “vuelta de mano”, el convite, la cayapa y otras formas de solidaridad forman parte de la manera de vivir. No hay otra. Y no es que la gente sea santa o una especie de ángeles que viven en un mundo idílico, sino que esas prácticas son fundamentales para la sobrevivencia en la vida cotidiana, donde la gente se necesita una a la otra para diferentes labores, tanto del campo, como de la casa o de la comunidad.
Y esas realidades fueron conformando un lenguaje propio, auténtico, que se expresa de espléndida manera en la manera de saludar, lo que pone en evidencia que está en el alma de la gente y en el alma colectiva. Es decir, forma parte de la cultura.
Y no solo son palabras. El servidor sabe escuchar, está atento al que le está hablando, se quita el sombrero, lo mira a la cara y todo él está pendiente del otro, para saber qué quiere y en qué le puede servir. También es auténtico, “legal”, como se dice, y si se compromete es palabra sagrada. También se pone a la par del otro, no es ni superior ni inferior, simplemente está dispuesto a ser un servidor, desde su realidad. Y tiene por sabido el valor de ser parte de la comunidad, de un grupo que él necesita y que lo necesita a él.
Esos aportes culturales no son exclusivos de la trujillanidad o de la andinidad, sino que están sembrados en muchos lugares a lo largo y ancho del país. Pero en estas serranías nuestras se hacen más evidentes en el lenguaje y en diversas costumbres, tanto en los afanes de la producción, el comercio y el consumo, como en las tareas comunitarias de poner un riego o arreglar un camino, o acomodar el rancho a un vecino, o preparar las fiestas del patrono del lugar. Esto último lo coloco de relieve, pues la cultura cristiana es la del servicio. Jesús dijo: “…Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27).
No poca cosa es esto de la cultura del servicio para la tarea que tenemos de construir una sociedad más justa, incluyente y solidaria. Construir el país que nos merecemos pasa, más que por indicadores económicos de crecimiento, por estos valores que hacen de una sociedad más decente la verdadera urgencia nacional.
Hay muchos libros, ensayos, especialistas e instituciones que hablan de liderazgo servidor. Cientos de recomendaciones para aprender a servir. Todo un conjunto de herramientas para utilizar en el desarrollo de nuestras destrezas como servidores. Pero seguro que en el sencillo y sincero saludo de nuestros campesinos encontraremos la veta de sabiduría que necesitamos. “Para servirle”…
Despues de haber leído este artículo me viene a la memoria que hace poco me encontré en un evento donde había puros jóvenes profesionales de primera, incluso con varios idiomas, me sorprendió su lenguaje en el saludo entre ellos que en vez de llamarse por sus nombres al dirigirse uno al otro, oí la palabra “M” Y “G” al menos 5 veces antes de decir algo y en vez de un apretón de mano y mirarse de frente simulan como si fuera un puñetazo, seguida del nuevo lenguaje “M” Y “G”, siendo este su forma de saludarse.
No es que deseo descalificar a estos talentosos jóvenes sino que me imagino a nuestros padres y abuelos del pie de la Cordillera Andina, ver a sus hijos y nietos en esa forma de expresarse y el poco ánimo de servirle a otro, me da la impresión de que llegamos a una época de “sálvese quien pueda”.
..Unidos todos por la Paz, la Convivencia, el Respeto y la Prosperidad de nuestro país…..