Ni liberal ni conservador. Mauricio Macri, el candidato opositor favorito a ganar la segunda vuelta electoral en Argentina, se considera exponente de una nueva corriente política en América Latina, a la cual definió como «desarrollismo del siglo 21» en contraposición al «socialismo del siglo 21» que caracteriza a muchos gobiernos en la región.
En esa línea, Macri marcó distancia con los presidentes Nicolás Maduro, de Venezuela; y Evo Morales, de Bolivia; dos aliados incondicionales del actual gobierno argentino de Cristina Fernández, el martes durante una rueda de prensa con medios extranjeros.
Pero aclaró que la ideología no será un obstáculo para reforzar el vínculo con Brasil, el principal socio comercial de Argentina, y adelantó que si gana las elecciones a la presidenta brasileña Dilma Rousseff le resultará «más fácil ponerse de acuerdo conmigo que con Cristina».
«En el siglo 21 la política invierte su forma de relación. No es más de arriba hacia abajo sino de abajo hacia arriba. Nuestra ideología es resolver, el hacer. Construir cosas concretas alrededor de las ideas de progreso. Un desarrollismo moderno del siglo 21», afirmó Macri, candidato del frente opositor Cambiemos, ante la consulta sobre su identidad política.
Macri, de 56 años, rechazó la caracterización que el kirchnerismo hace de su figura en plena campaña como un dirigente de derecha que restaurará las políticas neoliberales de los 90 si gana la segunda vuelta del 22 de noviembre ante el candidato oficialista Daniel Scioli.
«No creemos que el futuro de la Argentina sean las recetas del pasado. Hay una vía intermedia que es resolver los problemas de la gente, diciendo la verdad, respetando las instituciones», apuntó.
En Sudamérica, donde predominan gobiernos de centro y centro-izquierda, Macri adelantó que «intentaré tener las mejores relaciones con todos, aunque en algunos casos no comulgue con sus políticas internas. No estoy a favor de las re re-reelecciones, como Bolivia…La renovación permite fortalecer las instituciones».
Macri expresó «mucha preocupación» por la situación de los opositores detenidos en Venezuela. Reiteró que si le toca asumir la presidencia el 10 de diciembre su primera medida en política exterior será «solicitar al Mercosur que aplique la cláusula democrática» para expulsar del bloque a Caracas si Maduro no los libera.
«Lo que está pasando con Leopoldo López y muchos otros dirigentes políticos es gravísimo, no tiene nada que ver con un gobierno democrático», sostuvo.
La sintonía ideológica, aunque con algunos cortocircuitos en el plano comercial, que mantuvieron Argentina y Brasil durante la última década, primero entre Néstor Kirchner y Lula Da Silva y luego Fernández con Rousseff, no es algo que a Macri le preocupe.
«Espero establecer las mejores relaciones con la presidenta actual. Espero que Brasil supere sus crisis institucional y económica lo antes posible. Cuanto mejor le vaya a Brasil, mejor nos va a ir a nosotros», indicó Macri, quien adelantó que su primer viaje al exterior será justamente al vecino país.
«Para Dilma va a ser mucho más fácil ponerse de acuerdo conmigo que con Cristina», vaticinó.