Los niños de la barriada, ubicada en Pavia, a un lado de la carretera hacia Bobare, así como los docentes, diariamente deben hacer sacrificios para cumplir con las clases en los ranchos de cinc utilizados como aulas.
Se trata de 210 alumnos de pre-escolar a sexto grado, de la extensión de la unidad educativa nacional Algarí, residentes del barrio Valle del Sol, que desde hace cinco años funciona en la barriada fundada hace 8.
Cuando en el Ministerio de Educación aprobaron la extensión no tomaron en cuenta la carencia de una edificación con los respectivos salones de clases por lo que la comunidad organizada habilitó seis espacios, simples ranchos de cinc, en los cuales los abnegados maestros y maestras cumplen con la sagrada misión de enseñar.
Víctor Timaure, del consejo comunal Santa Eduviges, uno de los 7 existentes en el barrio, explicó que, gracias a gestiones de la ex alcaldesa Amalia Sáez, a través del Consejo Federal de Gobierno, y aportes de las comunidades, se lograron recursos para la construcción del primer inmueble donde funcionarán primero y segundo grado, el cual está en su fase final.
Mientras tanto, alumnos y docentes están distribuidos en los seis ranchos en cuyo interior el calor es insoportable, “pero no hay más remedio que aceptarlo porque esto es lo que tenemos”, dijo una de las educadoras.
Padres, madres y representantes están dispuestos a hacer gestiones ante FEDE o el Ministerio de Educación para que se elabore el proyecto destinado a construir una escuela verdadera, con suficientes salones dotados de todos los servicios, instalaciones deportivas, cerca perimetral, agua, y las comodidades necesaria para que pueda impartirse una educación adecuda.
Pero en Valle del Sol, además de la escuela, también están penando por agua ya que apenas les llega un poco los miércoles gracias a una conexión con el tubo madre que la lleva a Bobare.
Yusmarly Tovar, habitante, dijo que antes recibían agua diariamente pero les redujeron el servicio a sólo un día a la semana, aunque a veces no llega nada.
Igualmente, están exigiendo de la Alcaldía de Iribarren les asfalten las calles pues en verano son gigantescos polvorines y el invierno lodazales por los que no se puede pasar.
También insistió en la necesidad de que construyan la escuela para que los niños y docentes no sigan sufriendo en esos ranchos de cinc que son hornos.
Fotos: Iván Piña