Ha circulado a través de las redes sociales un vídeo con la respuesta que el Papa Francisco le dio a un joven que le preguntó en la última audiencia papal acerca de la participación de los cristianos en la política. Francisco responde lo siguiente: “Involucrarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros no podemos jugar a ser Pilatos, a lavarnos las manos. No podemos. Porque la política es una de las formas más altas de la caridad. Los laicos cristianos deben trabajar en política. Me dirán, es que la política no es fácil. Ser sacerdote tampoco es fácil. La vida no es fácil. O quizás me digan que la política es muy sucia. Y por qué es muy sucia? Porque los cristianos no quieren participar en ella. Debemos involucrarnos en política”.
Este llamado no es nuevo. Que yo recuerde todos los papas, desde León XIII hasta hoy con Francisco, lo han hecho. Por un llamado similar a éste, Pío XII estimuló el nacimiento de la Democracia Cristiana en Italia y Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial. Luego la Democracia Cristiana se extendió a otros países y a América Latina. Cuando Pío XII instó a un grupo de jóvenes católicos italianos a crear la Democracia Cristiana, quiso que esos jóvenes fueran acompañados por un también joven monseñor para que fuera una especie de director espiritual. Ese monseñor fue Giovanni Battista Montini, futuro papa Pablo VI. Mucho tiempo después, Juan Pablo II designó a Santo Tomás Moro como patrono de los cristianos que se dedican a la política. Es decir, ha sido una constante en el magisterio pontificio, el llamado a los cristianos a no dejar el campo tan importante y delicado de la política a quienes son enemigos de Dios o a quienes sin serlo abiertamente, han querido sacar a Dios de la organización de los estados y sus instituciones. Los cristianos estamos obligados a defender los grandes valores de la civilización cristiana, respetando, por supuesto, todas las opciones ideológicas y políticas que se ofrecen ante la libertad personal de cada quien.
La defensa de los derechos humanos, especialmente la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, la defensa de la libertad, la defensa de la familia como institución fundamental para el desarrollo personal de cada ser humano y para la existencia de sociedades sanas, la exigencia de gobiernos democráticos y alternativos, la tolerancia y la justicia social, son valores que los cristianos debemos estar dispuestos a lograr mediante una lucha pacífica y sin treguas.
Involucrarse en política no es contradictorio con la vocación personal de cada quien. Algo nos corresponde a todos en ese involucrarse. Un cristiano no puede, por ejemplo, abstenerse de votar cuando se convoque a elecciones, ni puede dejar de dar su opinión en temas tan trascendentes como los señalados. Hoy en Venezuela nos corresponde a todos una tarea titánica, que como cristianos y venezolanos resulta de vital importancia e ineludible.
