«La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma» Antoine Lavoisier.
Vencer el miedo al cambio. El mayor freno para cambiar es el temor a soltar las que creemos que tenemos. En eso consiste precisamente salir de nuestra zona de comodidad. Sentir dicha incomodidad nos confronta con todos nuestros miedos inconscientes. Tememos salirnos de la corriente y seguir nuestro propio camino. Tememos equivocarnos, fracasar y hacer el ridículo.
Cuestionar la forma de pensar. El actual escenario de crisis sistémica nos está diciendo alto y bien claro que está todo por hacer. Todo por reinventarse. Por eso es fundamental que este proceso de destrucción creativa suceda a nivel individual, en nuestra propia mentalidad. Es hora de que mueran nuestras viejas creencias para permitir que nazcan las nuevas que están por venir. De ahí la importancia de cuestionarnos a nosotros mismos, cuestionando un sistema de creencias que dábamos por inamovible y completamente cierto.
Analizar detenidamente la situación. Más allá de la connotación tan negativa que suele asociarse a la «crisis», su etimología muestra su auténtico significado. El ideograma chino que ilustra esta palabra, está compuesto por dos figuras: una significa «peligro», y la otra, «oportunidad». A su vez, procede del vocablo griego Krisis, que deriva del verbo krinein, que quiere decir «juzgar» y «decidir». Este verbo también ha dado lugar a sustantivos como «crítica» y «criterio». En el fondo, es una invitación para hacer una pausa y reflexionar acerca del rumbo que está tomando nuestra existencia. Y a poder decidir sabiamente el siguiente paso que hemos de dar para seguir evolucionando como especie y prosperando como civilización.
Aprender de los errores. Toda crisis requiere que la afrontemos con honestidad y humildad. Por mas que le duela al ego, hemos de mirarnos al espejo y ser autocríticos. ¿Cual es nuestra parte de responsabilidad? ¿En que nos hemos equivocado? ¿Qué podemos aprender al respecto?. Hemos de asumir las decisiones que tomamos en el pasado, pues son muy cómplices del tipo de circunstancias que estamos cosechando en el presente. Si no aprendemos de nuestros errores, tarde o temprano volveremos a cometerlos. La crisis seguirá latente en nosotros.
Crecer como seres humanos. No podemos resolver un problema desde el mismo nivel de comprensión desde el que lo creamos. Los verdaderos obstáculos están en nuestra mente, no en la realidad. Ahí afuera solo encontraremos el reflejo de nuestras limitaciones mentales. Frente a la crisis, no sirve de nada la queja y la culpa. Todo el tiempo y la energía que dedicamos a cambiar aquello que no podemos transformar (la realidad externa) lo estamos malgastando para transformar aquello que sí podemos cambiar, es decir, la realidad interna, esto es, nuestra visión del mundo y nuestra actitud frente a nuestras circunstancias.
La buena noticia es que hoy en día la información es libre, abundante y gratuita. Gracias a las nuevas tecnologías, está a golpe de clic. Saquémosle el polvo a nuestra curiosidad. Podemos empezar yendo a una conferencia, asistiendo a un curso o leyendo un libro. Hemos de formarnos para poder adoptar una actitud vital mucho más responsable, proactiva y emprendedora. En este marco de adversidad, caos e incertidumbre hay muchos individuos que están agudizando su ingenio para detectar las oportunidades existentes; oportunidades que la mayoría,no es capaz de ver.
Definitivamente, si no rompemos con la inercia ahora, cuando concluya el período de crisis puede que sea demasiado tarde. Por más que nos intenten hacer creer otra cosa, somos nosotros, los ciudadanos los que cambiaremos nuestras vidas, con nuestras decisiones y acciones. La crisis actual es una oportunidad para hacernos cargo de nosotros mismos. El cambio de mentalidad individual es lo que de verdad transforma la sociedad y el sistema. Asumamos que hoy, no nos queda más remedio que elegir entre dos incertidumbres: la de esperar que otros resuelvan nuestros problemas o la de comprometernos con aprender a resolverlos por nosotros mismos.
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