En ellos no sólo se come delicioso, sino que también son una suerte de exposición en la que los diseños innovadores y la arquitectura arriesgada, se conjugan para regalarles a los comensales una fiesta de vistas y sabores que dejan a más de uno con ganas de volver. A continuación, los restaurantes bogotanos más cautivadores del momento, esos en los que las tendencias de interiorismo marcan la pauta para seducir a los sentidos
Mercado
Rememorando las bellezas del viejo continente y haciéndole una oda a la arquitectura europea, el diseño interior y la construcción del restaurant Mercado evocan un ambiente de plaza envejecida en la que los portabotellas de metal pintado de negro, las ollas antiguas colgando de las paredes y las lámpara de bronce con acabado natural le dan al lugar un peculiar aspecto que fascina y seduce al nomás traspasar el umbral de la puerta. Allí, las fuentes de soda que reposan en las estanterías y las verduras que cuelgan del techo decoran los 300 metros cuadrados de este concepto ideado por el artista español Lázaro Rosa-Violán, brindándoles a los comensales la oportunidad de deleitar el paladar mientras la vista se recrea a lo grande.
Picaflor
Catalogado por muchos como un restaurante que fusiona magistralmente el estilo clásico con elementos contemporáneos, Picaflor es, en resumidas cuentas, uno de los lugares de mayor tradición en Bogotá, ese que hoy, de la mano de los especialistas en arquitectura, diseño de interiores, industrial y gráfico de Studio Felipe Villaveces, renueva su imagen para darle vida a una sede en la que los muros enchapados en roble francés crean un ambiente cálido y acogedor en cada uno de sus espacios, dándole la más cordial bienvenida a los amantes de la pastelería y la cocina gourmet.
Juana la Loca
Quienes han tenido el privilegio de visitar el restaurante bogotano Juana la Loca, aseguran que es una suerte de camino hacia la luz en el que el recorrido comienza en una caja de metal y termina al aire libre. En la entrada, el cobre se adueña de las paredes, el piso y el techo y hacen la transición perfecta entre la calle y ese espectacular bar hecho de madera y mármol en el que una lámpara de la artista neoyorquina Lindsey Adelman ilumina y decora el lugar, para finalmente desembocar en una cocina de acero inoxidable, una sala de madera teca amoblada con diseños escandinavos y otra vestida de lino que llega hasta el piso de piedra blanca de la terraza.
Cacio & Pepe
En esta espectacular taberna italiana, cada una de las mesas está meticulosamente ubicada para que los comensales tengan justo en frente las hermosas vistas del parque vecino, el ajetreo de la cocina en vivo y directo o los atractivos espejos que revisten los muros del lugar. Allí, los visitantes podrán disfrutar de la magia que nace al fusionar la madera de las mesas con el cuero rojo de los sofás, el ladrillo crudo de las paredes y el concreto de las columnas. Así mismo, las vigas están enchapadas con láminas de acero, el piso es de mármol tipo pavé de mosaico blanco y negro, y la cocina abierta es de cerámica, todo delicadamente creado por el especialista en arquitectura y diseño de interiores Santiago Muñoz.
Luzía
Ofrecer platillos desbordantes de sabor, con ingredientes frescos y preparaciones saludables, es la consigna de este interesante y novedoso restaurant, el cual fue diseñado por el reconocido arquitecto brasileño Isay Weinfeld, quien junto al grupo “En Compañía de Lobos” trajo a Bogotá esta moderna cafetería. Tranquilidad, movimiento y frescura se perciben a través de su cocina abierta, mientras que sus lámparas colgantes y su mobiliario de cemento y madera, crean espacios que invitan a deleitarse con una propuesta amable, sencilla y consistente.
Cine Tonalá
Ubicado en el barrio La Merced, de la capital colombiana, el restaurante Cine Tonalá es mucho más que séptimo arte, pues según los conocedores, el lugar es en realidad todo un derroche de diseño contemporáneo. Al nomás entrar al lugar comienza la diversión, pues en la sala se inicia el mágico recorrido que pasa por un teatro, una tienda de discos y revistas, una galería de arte y un almacén de objetos de diseño, para finalmente terminar la visita en la fascinante y enigmática nave triangular del cinebar llamado “Kubrick”.