Tal como lo demostramos en la entrega anterior, el madurocabellismo responde con agravios a la crítica mundial sobre el desastre que ocurre hoy en nuestro país. Pero llegamos a Chile. El gobierno de izquierda de Bachelet también reclama, en tono diplomático pero firme, el respeto a los derechos humanos.
Y sale la cancillería venezolana con sus desplantes. Con “el injerencismo”. Y con el mayor descaro, de inmediato hace juicios sobre asuntos internos de Chile. La respuesta del gobierno chileno fue firme y muy clara: “Bajo ningún concepto puede considerarse como una intervención en los asuntos internos una expresión respetuosa sobre los derechos humanos y garantías fundamentales en otro país. Universalmente se reconoce como una conquista de la humanidad la protección de las libertades básicas como un deber de todos…” Luego el Senado chileno aprueba por unanimidad una condena al gobierno madurocabellista. ¡Unanimidad! Todas las izquierdas, todas las derechas y el centro. También se pronunció el Partido Socialista Francés. El de Mitterrand y Hollande. ¡Así será de hondo, inaceptable e injustificable el atropello del madurocabellismo a los principios democráticos universales!
Y la carta conjunta de los ex presidentes chilenos Eduardo Frei (democristiano) y Ricardo Lagos (socialista) es, sin duda, un documento histórico. Dicen: “Con gratitud profunda hacia el país que nos tendió la mano cuando Chile vivía horas oscuras de una dictadura militar. Los chilenos no podemos olvidar el refugio que tantos exiliados encontraron en Venezuela, mientras nos esforzábamos por recuperar la democracia en nuestra patria. Esos tiempos nos dejaron una gran lección: cuando se violan los derechos humanos no hay fronteras y es legítimo levantar la voz por otros pueblos cuando somos testigos de arbitrariedades e injusticias”.
El documento de los prestigiosos ex presidentes apunta con mucha fuerza a las graves irregularidades en el juicio a Leopoldo López –y no había aparecido en escena Franklin Nieves– denuncia las arbitrariedades electorales y sentencia: “Ninguna nación se hace grande sofocando al que piensa distinto. Porque cuando se aniquila el diálogo y se excluye la voz de los otros, al final no hay patria para nadie”. Piden que Venezuela no viva lo de Siria. Se suman a Amnistía Internacional y a la ONU. Piden que Unasur y la OEA actúen. Y rematan: “Venezuela nos dio apoyo y respaldo para recuperar la democracia en Chile. Hoy estamos con ustedes por un deber ético, porque creemos que tienen derecho a expresar sus ideas por una Venezuela más justa, más libre y mejor”.
Ciertamente, la solución a desastre que padecemos en Venezuela no vendrá como un regalo del exterior, pero todos esos pronunciamientos y reclamos ayudan. El madurocabellismo, pues aisló la “revolución”. ¿Cuántos dentro del PSUV están pensando en que cada vez se hunden más? ¿Cuántos estarán discutiendo que ahora van a perder y bien feo? ¿Habrán camaradas sensatos que sepan que aún perdiendo tienen futuro en la vida política y que si toman el atajo del “como sea” -atropellando y abusando- ese futuro se les esfuma? No se les pide que se rindan, sino que compitan en buena lid y respeten la voluntad de cambio del soberano que se expresará el 6D, a favor de los candidatos de la MUD.