En los últimos años Venezuela ha vivido lo peor de su existencia y saboreado los amargos trances de la soledad, impotencia, inconformidad y desesperanza, unidos al hambre, inseguridad, inflación y escasez.
Ha llorado sobre la tumba de sus muertos víctimas del hampa, y se ha visto marginada en todos los espacios por un gobierno que alza sus banderas de violencia con colectivos armados.
Barquisimeto, conocida por la divinidad de su Pastora, el equipo Cardenales, monumento arquitectónico Flor de Venezuela, obelisco, poemas, canciones, lienzos y fotografías que inmortalizan sus atardeceres, es uno de los centros guerreros del delito, donde ancianos, niños y adolescentes han sido protagonistas de absurdas y tenebrosas masacres.
Una ciudad de más de cuatro siglos y medio pintando cielos de hermosos crepúsculos, ha logrado sobrevivir junto al resto del país que el 6 de diciembre se expresará para comenzar a reconstruir el futuro. La paz y el fin de la desdicha están cerca.
La Asamblea Nacional tiene múltiples funciones que incluyen el control de los otros poderes, entre ente ellos, el uso de recursos para la conducción de políticas públicas.
El próximo parlamento que estará integrado por 167 diputados, tendrá funciones tan elementales como elegir el 100 por ciento del poder electoral, es decir, los cinco rectores y sus respectivos suplentes del CNE.
También la responsabilidad de renovar parte del Tribunal Supremo de Justicia, y como lo establece la Constitución, los legisladores “pueden, incluso, vetar a ministros o aprobar o negar viajes al Presidente, incluso vetar el nombramiento del Procurador de la República”.
De tal manera que Venezuela se prepara con el voto de quienes hacen cola para comprar comida, cola en hospitales donde apenas existen médicos, camas y enfermeras porque todo se tiene que comprar para atender la salud de quienes poco o nada tienen, cola en las antesalas de los despachos públicos y en los tribunales de justicia, para lo que se ha llamado el revolcón y todo sea posible en un país hasta ahora difícil.
La violencia crea violencia y el desamor, desamor. Mariano José de Larra, un escritor, periodista y político español, famoso por sus brillantes retratos críticos de la vida y la sociedad de la época escribió: “El pueblo no es el gobierno; es más fuerte que él, cuando éste no comprende y satisface sus necesidades; y prueba de ello es que lleva a cabo sus atentados sin que aquél los pueda prevenir e impedir”.
Nadie muere en la víspera, sentencia criolla que llama a la cordura, a la esperanza y a la paciencia. Ni atajos ni salidas mágicas, lo que ha de venir vendrá justo cuándo y cómo corresponda.
Todos esperamos el futuro que anuncia el 6 de diciembre. Los de aquí y los de allá. Todos aquellos quienes por imperativos del corazón amamos a Venezuela, veremos el crepúsculo que se produce cuando la luz del sol ilumina las capas altas de la atmósfera, y en consecuencia, todo nuestro entorno. Amén.