Soñar no cuesta nada, pero sí permite que muchos que tenemos esa posibilidad recorramos una cantidad de episodios que nos han sucedido con el transcurrir de la vida, recordar y por qué no trasladarnos a un futuro no vivido pero que queremos que se materialice para bien de la sociedad, siempre tratando de lograr lo positivo.
Hace muchos años que no dedicaba tiempo a personas y paisajes en el área donde pasé mi niñez en mi villorrio Volcancito, al pie de la Cordillera Andina, y parte de mi adolescencia entre el Llano y los estados Orientales del país, mas la gente sigue siendo la misma, lo que ha cambiado es su forma de ser, de pensar y el aumento de sus necesidades adquiridas.
En este soñar me creí la verdad o mentira que había sido honestamente elegido Presidente de la República, que tenía muchos amigos y conocidos que podían ayudarme a hacer una buena gestión gubernamental, pero a la vez necesitaba mucha información de estudiosos, de científicos, y sobre todo de esa población de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores que viven en los campos con su bodeguita, del trabajador de pico y pala, del tractoristas, del recogedor de papas, tomates, pimentón, café y otros rubros agrícolas, del chofer del 350, del ama de casa que todos lo días se levanta para hacer la comida de sus hijos para enviarlos a la escuela, que prepara la comida de los obreros para el trabajo diario, la comida de los animales para tener esos productos básicos de leche y huevos; y por último la maestra de la escuela rural y de los niños que todo el mundo afirma cuando está en campaña, para hacerse del poder de gobernar, que “son la esperanza del futuro”. ¡Hasta bonito suena!
Comencemos con los niños, fueron a la escuelita y no consiguieron a nadie, se regresaron a sus casas porque la maestra vive en la ciudad y no pudo venir ese lunes, por no tener transporte, de todas formas una compañera de infancia enseñaba a leer y escribir a los infantes, pero hoy las leyes no permiten esa actividad por lo que dejó de hacerlo, casi pasa a ser la misma esperanza del futuro de mi época de muchacho y hoy estamos quebrados. Cómo añoro el libro de primero, segundo y tercer grado de Alejandro Fuenmayor, por lo menos me acuerdo de la fabula El Burro Flautista, por eso tengo que buscar a alguien que sea maestro en la escuela rural que viva en la zona y que se ocupe de enseñar a los niños y no se preocupe mucho por vivir y gastar en la ciudad.
La escuela la conseguí con muchas necesidades, me dicen que no me preocupe por la luz, porque se va a dar clases en el día, mas es necesario pozos sépticos, agua, mobiliario y, sobre todo, apoyar con útiles escolares a todos por igual, porque todos son ricos y todos son pobres, puesto que todos van a la misma escuela unos con preocupaciones como padres dueños de una pequeña Finca y otros como padres obreros del trabajo de la pequeña finca ¡Qué cosa más bella!, diría un cubano.
…Unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país……
@JGMendozabargto