Dentro de las causas que llevarán a la creación de la OPEP están tanto los intereses comunes como los divergentes entre ambas zonas. En el primer caso, la necesidad de estabilizar los precios y defenderse ante cualquier agresión de las compañías, en el segundo, tenemos por una parte la necesidad del Medio Oriente de contar con la colaboración del primer país exportador del mundo; con una gran experiencia, líder en cuanto a acciones reivindicativas,en tanto que para Venezuela –como se ha tratado de explicar –era, ante la posición de los EEUU de no considerarlo dentro del tratado hemisférico, la única posibilidad de frenar su desplazamiento del mercado mundial. Mientras que para Venezuela la OPEP era un organismo estrictamente económico – de sobrevivencia económica – para el Medio Oriente significaba más un instrumento político contra el “imperialismo petrolero” y para ello era importante contar con la colaboración del país mayor productor y líder de las reivindicaciones petroleras.
Así como para los productores norteamericanos y Venezuela el prorrateo era una necesidad para su permanencia como productores así como el medio de lograr precios altos, para el Medio Oriente era fundamentalmente el mecanismo que garantizaba el dominio de los productores en el mercado petrolero: producir solo lo necesario, evitar la sobreproducción y por lo tanto el predominio de los consumidores. Las cuotas de producción eran el mecanismo de control político con el que podrían contar los productores para enfrentarse al imperialismo petrolero.
En la década de los noventa, en el marco de las doctrinas económicas de corte liberal, ante la apertura internacional de las economías y la globalización de los mercados, muchos defendieron a “capa y espada” la reformulación de la política petrolera, por considerar que la existente para esos momentos estaba llena de mitos y que en la práctica se convirtió en una traba para el desarrollo de la industria petrolera.En ese mismo contexto se mencionó que la OPEP era también un mito, que más es lo que nos perjudicaba que lo que nos favorecía; que frenaba nuestras potencialidades a través de las cuotas de producción, las cuales a su vez son constantemente irrespetadas por los otros países miembros. Hay quienes a gritos pidieron nuestra salida de este organismo. Pérez Alfonzo repitió muchas veces que mientras tengamos petróleo, tenemos que seguir en la OPEP, no es con petróleo de la faja – según nuestros técnicos el primer reservorio mundial de petróleo pesado – que vamos a competir con el petróleo Oriental. Una guerra de mercados no es favorable para el petróleo venezolano.
No hay la menor duda que la política petrolera del gobierno revolucionario de Chávez ha reivindicado el papel de la OPEP, como máxima representación del poder del tercer mundo frente a los grandes imperios, se ha estimulado un mayor acercamiento y alianza entre sus miembros, logrando controlar la producción y estabilizando los precios que llegaron a su mínimo en los gobiernos entreguistas de CAP y Caldera.
Pero como paso previo a cualquier integración ínter OPEP, es necesario un mayor conocimiento de la realidad de estos países. ¿Cómo integrarnos si es muy poco o nada lo que sabemos de ellos y viceversa? ¿Qué conocemos de su historia, cultura economía, del modo de vida de los habitantes de estas regiones? ¿Qué conocen ellos de nosotros? Por lo anteriormente señalado, no tenemos la menor duda en afirmar que el primer paso para integrarnos es a través del conocimiento de quiénes somos. La OPEP está obligada a traspasar de una relación estrictamente petrolera, debe convertirse en la plataforma económica y política que haga posible a los países del tercer mundo un espacio de negociación en este planeta tan desigual e injusto.