El Gobierno vende como una gran hazaña cada decreto del aumento del salario mínimo para tratar de ocultar la verdad: la devaluación más descomunal que ha sufrido nuestra moneda en su historia. El famoso “viernes negro” quedará como un cuento de cuna, ante este escenario inflacionario que ha pulverizado el ingreso familiar y el ahorro de los trabajadores. La noticia no fue el insignificante aumento del 30% equivalente a un café negro pequeño diario, sino el ocultamiento descarado de la cifra de la inflación acumulada en lo que va de año. Pero es que el solo hecho de haber tenido que aumentar el salario mínimo cuatro veces en un año, es evidencia suficiente del colapso del sistema y el desbocamiento de lo es sin duda la inflación más alta del planeta.
El caso es que después de cuatro aumentos, la plata alcanza menos que antes. Y es que la pérdida del poder adquisitivo de ese salario mínimo es superior al 400% en los tres años que van de “madurismo”. Los trabajadores ganan mucho más nominalmente, pero en realidad ahora no pueden comprar ni la cuarta parte de lo que compraban en 2012. Somos 4 veces más pobres gracias a Maduro, quien terminó siendo el que se robó de verdad las prestaciones de los trabajadores, las cuales no alcanzan ahora ni para comprarle un caucho al carro o reponer un electrodoméstico de la casa. Expropió el salario y el ahorro familiar. Así que no es ya un asunto de aumento sino de revalorización del salario. Ese es el problema que nos debe obsesionar si nos duele el pueblo y que solo se resolverá con cambios económicos estructurales que en nuestra opinión solo serán posibles precedidos del cambio político. Pero es hora de poner el tema en la agenda y de proponer cosas concretas como la que, en nombre de La Causa R, explico a continuación.
El Gobierno venezolano exporta petróleo todos los días obteniendo ingresos en dólares. En el modelo que ellos llaman “socialismo” esos dólares se venden discresionalmente y muy por debajo de su valor real a importadores para que traigan productos terminados de otros países, generando una red de corrupción que ha sido denunciada por voceros del propio régimen. Pero mientras el Gobierno y una minoría de “enchufados” ganan en dólares, los trabajadores venezolanos sólo reciben bolívares cada vez más devaluados sin poder acceder a ningún sistema oficial cambiario para comprar divisas y protegerse de la inflación que diluye su ingreso y ahorro segundo a segundo. Están condenados a la miseria. ¿Pero si el petróleo que genera esos dólares es del pueblo, entonces por qué no garantizar un cupo al menos en Simadi para que los trabajadores puedan cambiar al menos la mitad de sus prestaciones y salarios en dólares? Esa sería la única forma de ahorro posible en las actuales circunstancias.
Seguir aumentando el salario mínimo mientras continúe el mismo modelo devaluador, no resolverá nada, al contrario llegaremos a un punto en el que ningún trabajo valga la pena porque no serviría como sustento de vida y mucho menos como herramienta de progreso. Hoy un salario mínimo (luego de 4 aumentos en un año) no alcanza ni para adquirir un par de zapatos. Y es que el bolívar ya dejó de ser una moneda capaz de resguardar valor. El acceso a la divisa y el derecho a intercambiar bolívares por dólares como medida de protección ante la devaluación es el verdadero tema de fondo aquí. Además, ¿Para eso no fue creado el Simadi?
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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