Jacqueline Faría la usurpadora de las funciones del Alcalde Metropolitano de Caracas Antonio Ledezma, ha declarado con una sonrisa hipócrita que deberíamos estar felices en hacer colas para adquirir alimentos, porque nos permite compartir. Un descaro que rebasa el vaso.
Varias encuestadoras en diversas ciudades significan lo que son las colas. El 90,4% considera indignante esta situación para proveerse de lo necesario. El 63% sostiene que el gobierno es el responsable de la escasez, desabastecimiento, alto costo de la vida, inflación, inseguridad y desempleo.
El régimen dictatorial de Nicolás Maduro y sus generales, ante la derrota electoral que le espera ya no halla cómo palear la situación. Impuso el capta huellas, la distribución por el terminal de la cedulas de identidad, acuerda enviar alimentos solo a la red pública de mercados y ahora crea las llamadas bodegas patriotas. Ninguna de las soluciones ha servido. La causa del problema se encuentra en las expropiaciones, la hostilidad a los empresarios, la desinversión que ha sufrido Venezuela por la persecución al capital extranjero, la corrupción del militarismo, el caos económico en que se ha sumido el país por quienes no tendrán perdón de Dios.
Todos los análisis coinciden en que el gobierno ha estimulado el bachaqueo, porque ha permitido remediar el alto desempleo de las capas baja y media de la población. La prueba de que el contrabando no era el origen del desabastecimiento, es que pese al cierre de las fronteras las colas permanecen a las puertas de los supermercados.
Infeliz ha sido la frase de la funcionaria caraqueña al ponderar como positivo el ambiente de las colas. La dirigencia chavista enriquecida no sabe lo que son las colas. No sabe del calor, de los desmayados, de los dos muertos que ya van por causa de ello, de la frustración sufrida cuando llega tu turno y te dicen se acabó, de la especulación generada.
Pero mientras esto sucede en las calles, las panaderías reducen la producción de pan por falta de harina. El cartón de huevos pasa a 800 Bs. Hay saqueo de camiones con alimentos. El almuerzo de un trabajador cuesta 500 Bs diarios. Uno de cada cuatro venezolanos desea irse del país. Cierran granjas avícolas por falta de alimentos. La economía venezolana cae un 6,8%. Un bolívar vale 0,0014 centavos de dólar.
A estas alturas un discurso conciliador pierde vigencia, al venezolano hay que hablarle claro, con cifras, realidades, escenarios inmediatos. Venezuela con toda su riqueza es el país con menos futuro en la región.
A cuarenta y cinco días de las elecciones, la población debe aprovechar la obligada permanencia en las colas para responsabilizar a Maduro del problema del desabastecimiento, para sumar los votos que se necesitan, para desalojar del poder a quienes nos quebraron a Venezuela. Hay que aumentar el descontento abriéndole los ojos a solo el 15% de los venezolanos que cree aun que pueda mejorar la situación. Estos come solos, es pa´ fuera que van.